Mariano Rajoy no se movió ayer un ápice de sus posiciones sobre la consulta soberanista catalana, cerró cualquier posibilidad de negociarla con Artur Mas y, con contundencia desacostumbrada en él, advirtió de que mientras sea presidente del Gobierno no se celebrará ningún referéndum ilegal "ni se fragmentará España", aunque tampoco cerrará "el grifo" de las ayudas económicas a la Generalitat.

De esta forma, Rajoy culminó el "desembarco" del PP en Barcelona con una reiteración de sus argumentos más conocidos -la única fuente de legitimidad es la Constitución, la soberanía nacional no se puede trocear, Cataluña debe seguir dentro de España-, un día después de que su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anunciara que las balanzas fiscales calcularán la inversión en servicios no por territorio, sino por ciudadano.

La intervención del jefe del Ejecutivo en la clausura de la convención del PPC no solo no satisfizo a los partidos del frente soberanista, sino que a uno, ERC, llegó a calificarla de "aquelarre del miedo".

"Que quede claro", comenzó Rajoy su alocución de cuarenta y cinco minutos e íntegramente dedicada al desafío soberanista. "Ni se celebrará ese referéndum que algunos pretenden, ni se fragmentará España", porque, prosiguió, "sencillamente" la ley no lo permite. Y lo razonó: en lo tocante a España, "tienen derecho a opinar todos los afectados, es decir, todos los españoles". Porque "cada catalán, como cada valenciano, es copropietario de toda España, que es un bien indiviso".

El presidente del Gobierno justificó la actitud que ha tenido hasta ahora ante el reto lanzado por CiU, ERC, ICV y la CUP. "He procurado ser prudente para no crear tensiones adicionales, porque soy así, y continuaré haciéndolo. Pero eso no está reñido con dejar las cosas claras", advirtió de nuevo a Artur Mas, a quien se dirigió pero no citó en ningún momento.

En otro punto de su largo discurso, Rajoy se refirió al eslogan "España nos roba". Pero lo hizo recordando que el modelo democrático y autonómico se basa en la "solidaridad de ida y vuelta". Así, explicó, los catalanes "han aportado mucho, muchísimo, al conjunto de España", pero el resto de los españoles "también aportan mucho a quienes viven en Cataluña".

Y para ilustrar su afirmación, puso ejemplos: la Seguridad Social catalana es deficitaria, pero los pensionistas "no lo sufren", los ahorradores de otros territorios ayudan al "crédito que se concede" a Cataluña. Fue en este punto donde aseguró que no piensa escuchar las voces de quienes piden que "se corte el grifo" de las ayudas del Estado a la Generalitat, porque las consecuencias las pagarían "quienes menos culpa tienen", los ciudadanos catalanes, los que "no tienen la culpa de la pérdida de visión de algunos dirigentes", dijo en alusión a Mas.

Contra el presidente catalán siguió cargando el jefe del Ejecutivo al acusarlo de "equivocarse de camino". Le pidió entonces que "respete las reglas de convivencia" y le echó en cara que haya decidido ya "todo unilateralmente", desde la consulta a la fecha, pasando por las preguntas, "y si me apuran hasta la respuesta".

Rajoy concluyó su intervención apostando por una Cataluña que, según vaticinó, "volverá a descubrir que en ningún otro sitio se puede estar mejor que donde ha estado siempre, es decir, en España".

Después, la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, loó a su jefe: "Hoy más que nunca (Cataluña) te necesita para que nos saques de la crisis definitivamente y para evitar que algunos nos saquen de España y Europa". Por eso lamentó que a Artur Mas le "falte el espíritu" de Josep Tarradellas. Con él, dijo, no se habría producido el "disparate" del desafío soberanista.