El año 1990 fue el de los polvos; 2013 es el de los lodos. En abril de 1990 estalló el llamado "caso Naseiro", el primer escándalo por supuesta financiación irregular del PP. En el transcurso de una investigación por narcotráfico la Policía grabó a dirigentes populares aludiendo al cobro de comisiones ilegales. Detuvieron a Rosendo Naseiro, tesorero popular en aquella época, y a Ángel Sanchís, extesorero del partido y entonces diputado. El "caso Naseiro" acabó siendo, paradójicamente, una victoria que Aznar anotó en el haber del secretario general de entonces, Francisco Álvarez-Cascos. En sus memorias, el expresidente le cuelga la medalla al vanagloriarse de cómo Cascos logró convertir el proceso en torno a Naseiro en el "caso Manglano", apellido del juez instructor. Se anularon todas las grabaciones y los implicados fueron absueltos. La inverosímil argumentación de Cascos parecía triunfar: todo había sido un complot secreto de los socialistas para minar el emergente liderazgo de Aznar.

Mientras tanto, bajo el escándalo a cuenta de donativos y comisiones, un joven economista onubense ya gerenciaba los dineros del PP con la confianza profesional y el aprecio personal de Cascos. Ese gerente era Luis Bárcenas y aparecía aludido de manera colateral en las cintas de Naseiro, aunque nunca resultó involucrado en el proceso judicial. De aquella, Bárcenas iniciaba su propia carrera. Una carrera que le ha reportado una fortuna de 38 millones de euros en el extranjero. En aquel 1990, L. B. abrió su primera cuenta en Zúrich. Concretamente, la número 1.283.080 del Dresdner Bank, según consta en un informe de la Agencia Tributaria al que ha tenido acceso este periódico. Eran los polvos de estos lodos.

1. El heredero

Luis Bárcenas, el hombre que relevó a Naseiro y a Sanchís en el manejo de los dineros del PP, está en el centro de la tormenta política. Por un triple motivo: su relación con la red corrupta de "Gürtel", su fortuna en Suiza y los llamados "papeles de Bárcenas", una supuesta contabilidad de dinero "B" donde entraban supuestas comisiones ilegales y de donde salían pagos a los más destacados dirigentes del partido. Esos tres afluentes de un gran río que huele a corrupción están uniendo sus aguas en el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional, donde el magistrado Pablo Ruz instruye el caso. Bárcenas, con sus patillas, su pelo cano engominado y su abrigo Chesterfield, va camino de convertirse en un icono nacional de la corrupción política, y sus 22 millones en Suiza (que luego se transformaron en 38 millones, según confesó en su última declaración) son ya una cifra comodín en las conversaciones cotidianas. Sin embargo, de las investigaciones efectuadas hasta la fecha se deduce que probablemente aún no haya asomado más que la punta del iceberg. De hecho, se lo detalló el propio Bárcenas a los ejecutivos que llevaban su cuenta en el Dresdner: allí sólo tenía entre el 20% y el 50% de su patrimonio, según consta en el sumario.

Los informes policiales y los de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF), perteneciente a la Agencia Tributaria, a los que ha tenido acceso este periódico, detallan lo que ocurrió con la cuenta que Bárcenas tenía en el Dresdner Bank entre 2005 y hasta que empezó a vaciarla en 2009, tras las detenciones y registros en febrero de ese año de los primeros implicados en el "caso Gürtel", Francisco Correa y compañía. En cambio, aún no se sabe qué hay en dos cuentas más que, en el transcurso de la investigación, se le han descubierto a Bárcenas en Suiza: una en el Lombard Odier y otra en el BSI. Son, según los gestores suizos, "grandes cuentas". Tampoco se sabe si todo el dinero era exclusivamente suyo o si el extesorero del PP también actuaba de tesorero en Suiza. De hecho, en un escrito que su abogado envió recientemente al juez Ruz se dice que Bárcenas no decidió vaciar sus cuentas por lo que pudiera pasar con "Gürtel". Asegura que la salida de fondos de la cuenta del Dresdner corresponde a la "retirada de inversiones por parte de terceras personas que le habían confiado" tales fondos a Bárcenas "y que optan por que se las devuelvan en ese momento". El día de su última declaración ante Ruz, el pasado 25 de febrero, Bárcenas se plantó cuando el magistrado le preguntó quiénes eran esas personas. Prefirió no responder para no involucrarlas, dijo. Esa afirmación, no obstante, choca con los informes del banco, donde se indica que es Bárcenas el que toma sus propias decisiones de inversión (casi todas en acciones de la Bolsa española) y que no tiene socios.

Y lo que aún no sabemos es, acaso, lo verdaderamente importante: ¿de dónde salió el dinero que Bárcenas por primera vez depositó en Suiza en aquel lejano año de 1990, justo cuando su partido estaba, como ahora, sacudido por acusaciones de supuesta financiación ilegal? Una cosa que sí sabemos es cómo las autoridades españolas se enteraron de que tenía un tesoro escondido en Suiza. Él mismo se delató. El 12 de febrero de 2010, Bárcenas pidió una tarjeta de crédito con límite de 25.000 euros mensuales. Le fue denegada al detectarse en el banco que el solicitante era objeto de investigación. La Unidad de Inteligencia Financiera Suiza avisó a España. Así se desató la tormenta.

2. No pintaba nada

Lo que Luis "el cabrón" -como lo apodaba el cerebro de "Gürtel", Francisco Correa- dijo a los responsables del Dresdner, para justificar el origen del dinero que les llevaba, que en absoluto tenía que ver con su actividad política. Aseguró que todo procedía de sus negocios de compraventa de arte y de inversiones inmobiliarias. La Policía, por lo que refleja en sus informes, no se cree ni media. En los registros no aparecen transacciones de obras de arte ni a su nombre ni al de su mujer. Y además, según la última declaración de Susana Mantecón, una marchante a la que Bárcenas involucró en una transacción (un bodegón del siglo XVII) nadie la conocía en ese mundo donde el prestigio del profesional intermediario funciona también como aval de la calidad y autenticidad de la obra. En este ámbito, y en el del manejo de los dineros del PP, Bárcenas tiene un padrino: el propio Rosendo Naseiro, cuya colección de bodegones acabó en El Prado a modo de pago de impuestos. La marchante, interrogada el viernes por Ruz, dijo que no conocía de nada a Bárcenas, pero sí a Naseiro.

En el sumario aparecen más pinturas. Bárcenas pidió el 10 de diciembre 2002 un crédito de 330.000 euros al Banco Popular y el 20 de enero de 2003 lo devolvió todo, pero ingresándolo en billetes de 500 euros. ¿Era un intento de blanqueo? Según Bárcenas, en absoluto. Había pedido un crédito para comprar un cuadro del pintor Van der Hamen y León en Feriarte 2002 a dos marchantes, madre e hijo. Dijo que estos le pidieron más dinero cuando fue a cerrar el trato, así que no hubo transacción. Según consta en los documentos a los que ha tenido acceso este periódico, la Policía comprobó dos cosas: ni aquellos galeristas aludidos habían participado en Feriarte, ni ninguno de los presentes en la feria llevó obra alguna de Van der Hamen.

Verdad y mentira parecen entremezclarse en la estrategia que Bárcenas desarrolla ante los tribunales, y también en las explicaciones que le daba al banco suizo cuando la ejecutiva que le llevaba la cuenta, con el sugerente nombre de Agatha Stimoli, empezó a alarmarse. Su cliente, según la suiza, leyó en un periódico regional de Cantabria que estaba metido en el avispero de la "Gürtel" y aquel dinero sobre el que ella le asesoraba, podía estar manchado con los sucios manejos de la corrupción.

3. El mago de la Bolsa

Lo que parece una verdad incuestionable, porque los números cantan, es que Bárcenas invirtió la mayor parte de su capital en acciones de empresas del Ibex 35 español. Ante el juez, el extesorero del PP se jactó de su "buen hacer" en los negocios para amasar tal fortuna. Anteriormente había aludido a una operación de venta de acciones de Endesa de la que habría sacado un beneficio de seis millones de euros. Tal operación, en cambio, no aparece en el minucioso análisis que la Unidad Central de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) hace de sus operaciones en Bolsa. Como mucho, figura que en 2007 vendió las acciones de Endesa que había comprado en 2005 y que el beneficio que obtuvo fue de 198.749 euros.

A la vista del análisis policial, lo que sí se le daba bien a Bárcenas eran las operaciones "intradía". Es decir, vender todas las acciones de un determinado valor y comprarlas en la misma sesión mucho más baratas. La Policía destaca expresamente en su informe al juez que "todas" las veces que Bárcenas realizó estas maniobras salió ganando. La sospecha sobre información confidencial está ahí.

La primera operación de este tipo de la que se tiene constancia es la que Bárcenas desarrolló el 14 de junio de 2007. En esa sesión ganó 896.623 euros al vender las 61.888 acciones que tenía de la empresa de ascensores Zardoya Otis. Sin embargo, según los datos del informe, Bárcenas negoció con sus acciones a un precio fuera de mercado. Vendió a 15,92 euros cada acción y las recompró a 14,48 euros. Ese día el valor de Zardoya osciló entre los 30,92 euros y los 29,5 euros por acción. Con Zardoya hizo una operación similar, aunque menos jugosa, el 2 de junio de 2008, con la que obtuvo 89.622,06 euros en un solo día.

Otra empresa con la que Bárcenas acertó de pleno fue Abertis, dedicada a las infraestructuras de transportes y de telecomunicaciones. El 2 de julio obtuvo 61.299,97 euros al vender las 175.000 acciones que tenía de esa compañía y recomprarlas en la misma sesión. Un año después, el 12 de mayo de 2008, repite la misma operación "intradía" y con la venta y subsiguiente compra de sus 170.000 acciones logra 56.712,73 euros de un plumazo. La Policía dice que desde 2005, entre los dividendos y estas operaciones, Bárcenas consiguió un beneficio de 274.089 euros a unas acciones de Abertis valoradas en 2,68 millones. Vendió sus acciones a un precio tres veces más bajo que el precio de mercado, y aún así ganó dinero al adquirirlas a un precio aún inferior.

4. Él se bastaba

Bárcenas se considera un hacha en asuntos de Bolsa y empresariales. Al menos, por lo que dejó traslucir en sus declaraciones ante el juez. Pero lo cierto es que a partir de 2008 sus inversiones en Bolsa empezaron a acusar la crisis de los mercados y empezaron a devaluarse. Cuando se estrenó como cliente del Dresdner ingresó 14 millones de euros. Esa inversión, la mayoría en acciones de la Bolsa española, llegó a valorarse en 22 millones, pero quedó reducida a 11,5 millones en 2009, cuando puso en marcha la operación para evacuar el dinero escapando supuestamente de las investigaciones de "Gürtel". De las comunicaciones con su banco, recogidas en la investigación, se aprecia que nunca Bárcenas hizo caso a su gestora Agatha Stimoli. Ella le propone una y otra vez diversificar sus inversiones con productos que aporten una protección del capital del 100%. Pero con aquel caballero español, no había manera. L. B. se bastaba y se sobraba.