Una juez de Barcelona ha condenado a dos años y nueve meses de prisión al propietario de la librería "Europa" de la capital catalana, el neonazi Pedro Varela, por difundir ideas genocidas a través de las obras que editaba y vendía en su local, así como de las conferencias que organizaba.

En la sentencia, el Juzgado de lo Penal número 11 de Barcelona condena al librero por un delito de difusión de ideas genocidas y otro contra los derechos fundamentales, al considerar que las obras que comercializaba suponen "un menosprecio al pueblo judío y otras minorías", y hasta recomiendan la segregación racial.

Varela fue condenado en 1998 a cinco años de prisión, a raíz de un anterior registro en su librería, pero en 2008 la Audiencia de Barcelona rebajó su condena a siete meses de prisión después de que el Tribunal Constitucional (TC) dictaminara que la negación del genocidio no es delito.

Al rebajársele su anterior condena y carecer de antecedentes, el librero neonazi no tuvo que ingresar en prisión, aunque en esta ocasión podría tener que cumplir pena de cárcel si la sentencia se convierte en firme.

La nueva sentencia desmonta el argumento de Pedro Varela de que comercializa libros de todo tipo y concluye que todas las obras que tiene a la venta "son unidireccionales en cuanto a su contenido, con una absoluta falta de pluralidad" y "dirigidos hacia una única línea de pensamiento".

"Son libros en los que se hace responsable de los males del mundo al pueblo judío, donde se dice que las personas de raza negra son inferiores, que la mejor forma de respetar las razas es la segregación, que el mestizaje traerá la desaparición de la civilización, tal y como ocurrió en Roma o en Grecia, que las mujeres no deben tener los mismos derechos que los hombres (...)", argumenta la sentencia.

La juez comparte en su fallo "la idea de que cada persona tiene derecho a pensar lo que quiera", pero advierte de que "no cabe adoctrinar en el racismo, en la discriminación de las minorías, en el antisemitismo o en la difusión del odio a los diferentes (...)"

La sentencia rebate la versión de Pedro Varela de que no conocía el contenido de todos los libros que publicaba y recalca que "no hay que olvidar que son los editores, como norma común en el mundo editorial, quienes bien directamente o a través de terceros, pero bajo su supervisión, realizan las reseñas de los libros".

Además, para la juez, "no es creíble" esa excusa de Varela, teniendo en cuenta que en su propio juicio "demostró tener unos conocimientos propios de una persona con una vasta y amplia cultura, licenciado en las carreras universitarias de Historia y Filología Germánica, ilustrando al tribunal del contenido y de los autores de los libros sometidos a debate".

En opinión de la juez, también tenían una "clara intención de adoctrinamiento" en las ideas neonazis las conferencias que Pedro Varela organizaba en una sala de su librería, decorada con motivos fascistas, y que se caracterizaban igualmente por su "falta de pluralismo".

Como conclusión, la magistrada subraya que un hecho aislado no sería constitutivo de delito, pero sí lo es la suma de varias circunstancias: "edita libros de un determinado sesgo ideológico, los vende, organiza y divulga una serie de conferencias, tiene una estética determinada en su sala de conferencias (...)"

La sentencia condena también a Pedro Varela al pago de una multa de casi 3.000 euros y ordena la destrucción de todos los libros y objetos incautados en la librería, como el busto de Hitler, la esvástica de hierro, cascos militares, fotografías y carteles de temática nacionalsocialista.