En el Congreso, marcado por la despedida de Miguel Sanz después de doce años al frente del partido y por la llegada de una Yolanda Barcina que se ha mostrado "ilusionada" en esta nueva etapa, se ha elegido una nueva dirección, entre la que además figuran Alberto Catalán como vicepresidente (con el 87% de los votos) y Carlos García Adanero como secretario general (con el 79% de los apoyos).

También se ha elegido a los diecisiete vocales de la nueva Ejecutiva y a los 75 miembros del Consejo Político, en un congreso en el que se celebraba el 30 aniversario de la fundación de UPN y el primero de las últimas dos décadas sin el pacto con el PP, con el que UPN rompió su alianza el pasado año.

En su intervención, la nueva presidenta de UPN ha aceptado "con ilusión" el cargo y ha confesado su "emoción", evidente cuando ha asegurado ser "navarra por adopción" y "amar esta tierra con pasión".

Ha señalado que el Congreso que "abre un tiempo nuevo" en UPN, en cuya implicación ha animado a todos a tomar parte para conseguir "llevar cada vez más lejos el proyecto de UPN en torno a nuestra idea de una Navarra foral y española".

Ha destacado la "apuesta" de UPN por el "protagonismo de la mujer, con normalidad y sin demagogia", además de recalcar la confianza depositada en ella "sin importaros que sea una de esos miles de navarros que no han nacido aquí".

Por todo ello, sabedora de la "crisis e incertidumbre" del escenario social y político actual, ha apostado por "aumentar" su compromiso con la formación regionalista, desde un cargo que supone "una gran responsabilidad", aunque ha asegurado sentirse "con fuerza para afrontar todos estos desafíos" y estar "más preparada que nunca para defender nuestros valores".

Todo ello, desde el proyecto de UPN, que ha tildado de "sólido y fiable", y en el que una parte fundamental es también la defensa de "las libertades frente al chantaje de la banda terrorista ETA y de quienes les apoyan, aplauden o justifican".

En todo caso, se ha mostrado proclive a "apostar por el diálogo, la tolerancia y la búsqueda de espacios de encuentro con las demás formaciones democráticas que creen en la Navarra del Amejoramiento y la Constitución".

Por su parte, Miguel Sanz, quien seguirá al frente del Gobierno foral el resto de la legislatura, se ha despedido del cargo con una invitación a estar "al lado" de Barcina, quien ha llegado hasta aquí "por méritos propios", pues "nadie le ha regalado nada", al tiempo que, tras invitarla a "volar alto", se ha puesto "a sus órdenes".

"Satisfacción por el deber cumplido" y "orgullo sano de haber roto moldes" son las dos sensaciones con las que Sanz ha asegurado despedirse, si bien ha advertido de que no se va "por gusto, cansancio ni por haber perdido la ilusión", sino por hacer "un servicio al partido facilitando -ha dicho- mi sustitución", "con la seguridad de que lo que viene es mucho mejor que lo que hay".

También ha aludido a la ruptura el pasado año del pacto que desde 1991 UPN mantenía con el PP y ha argumentado que "aquel acuerdo había hecho todo su recorrido, ya no servía para el objetivo de frenar el acceso de los nacionalistas al Gobierno de Navarra".

En cuanto al terrorismo, "lo más duro de esta actividad", Sanz ha señalado que nunca ha pretendido que desde UPN se utilizase este asunto electoralmente, pero "tampoco quise -ha añadido- que permanezca al margen de la defensa de la libertad, de la justicia y la dignidad de las víctimas de ETA", por lo que "sólo cabe trabajar unidos para aislar a los terroristas".