La última de estas imágenes se produjo el pasado 12 de noviembre durante una de las sesiones plenarias que el Congreso ha dedicado a debatir los Presupuestos Generales del Estado.

Ese día la ministra de Defensa, Carme Chacón, antes de defender las cuentas de su departamento, informó sobre el atentado que tres días antes había costado la vida a dos militares españoles en Afganistán ante una Cámara mermada, sólo con un 20 por ciento de sus efectivos (de 350 diputados, sólo había 70).

Y esto después de que las ausencias en el pleno del 29 de octubre provocaran la reacción de Soraya Saénz de Santamaría, portavoz de grupo popular en el Congreso, que anunció un endurecimiento de las sanciones, de momento sin consecuencias. "Quien no quiera ser diputado que renuncie a su escaño", sentenció.

La diversidad de tareas de los diputados en el desarrollo de su condición de parlamentarios es el argumento oficial esgrimido para justificar estas ausencias.

UN DIA CON SOLO 24 HORAS

Así lo explica Javier Barrero (PSOE), secretario primero de la Mesa del Congreso de los Diputados, quien señala en declaraciones a Efe: "dudo que haya muchos trabajos que tengan más dedicación que el de parlamentario, aunque eso no signifique que pueda haber algunos con menos ocupaciones, o más limitadas".

"Se relaciona el trabajo del parlamentario con el pleno, y eso no es así. Al pleno se va a escuchar, y en él sólo trabajan algunos ponentes, muchos estamos trabajando en el despacho", advierte.

El parlamentario, argumenta, tiene trabajo en su circunscripción, en el ámbito del partido, y como representantes del pueblo tienen que cumplir con su "mandato popular tanto legislativo, como de control y de gestión".

Además de contestar cartas, recibir visitas, atender a los medios de comunicación, preparar enmiendas e intervenciones en las distintas comisiones a que pertenece cada diputado. "Y el día tiene sólo 24 horas", apostilla el también miembro de la Mesa y vicepresidente cuarto de la Cámara, Jordi Jané (CiU).

"No es bueno para la imagen del Congreso que se produzcan ausencias, sobre todo -dice Jané a Efe- porque la sociedad mide el trabajo por la asistencia o no en el propio escaño, pero tenemos que explicar que el trabajo más intenso y más productivo se hace fuera".

"Desde el Congreso, debería hacerse una labor pedagógica sobre el papel del diputado", agrega.

FALTA DE PROTAGONISMO

Pero fuera de micrófono las cosas cambian, y en la Cámara Baja hay quien opina que a estas circunstancias, que son reales, se une "la desmotivación y la frustración" de algunas señorías. Hay una mayoría comprometida, pero "ha habido un cambio de paradigma, y ahora lo que vale es lo mediático", explica a EFE un parlamentario con varios años de experiencia.

"A los cinco o seis meses de iniciarse la legislatura, es cíclico, se produce un bajón en la asistencia a los plenos". Justo el tiempo que tardan algunos diputados jóvenes en darse cuenta de que la política no consiste en salir en los medios, y de que algunos veteranos que no han conseguido la notoriedad, caigan en el desánimo, explica.

Los jóvenes están acostumbrados a tener una proyección pública en sus circunscripciones donde, como miembros destacados de sus partidos o por su representación en los ayuntamientos, "a poco que hacen salen en los medios regionales. Y cuando ven que aquí no tienen esa repercusión mediática, que les falta protagonismo, viene un cierto grado de frustración", agrega la fuente.

Reconoce que las sanciones -por no asistir a una votación y no por ausencia en el pleno- "no son muy habituales, salvo que haya un caso flagrante", porque "los grupos tienen un equilibrio muy complicado de mantener".

"No es como el mundo de la empresa, donde el jefe manda y los demás obedecen. Aquí todos somos elegidos por el pueblo, y los que tienen un cargo de responsabilidad en el grupo no mandan, tienen que ganarse al grupo, su respeto, su liderazgo e incluso su cariño", añade la fuente.

GESTIÓN DEL TIEMPO

Es precisamente la falta de motivación y la insatisfacción lo que subyace detrás de los índices de absentismo en el mundo laboral en España, que en cuatro años ha pasado del 3% al 6% de la población, según los datos publicados recientemente por el grupo Adecco, empresa dedicada a la gestión de recursos humanos.

Nekane Rodríguez, directora general de Creade Adecco, cree que en el caso de los diputados no parece lógico que haya falta de motivación "porque es un trabajo que requiere cierto grado de compromiso". Pero apunta a que quizá órganos institucionales como el Parlamento deberían estructurarse de manera que gestionaran el compromiso de las personas o la motivación para ir a escuchar.

Es decir, deberían plantearse "cómo regular la actividad para mejorar la eficacia de nuestros políticos, para que no tengan que ir a 'calentar silla' y que su tiempo sea rentable para esta país", explica Rodríguez.

Esta experta en Recursos Humanos explica que se está intentando generar un énfasis enorme con la mejora del liderazgo y de la clase directiva, "pero eso sólo se está llevando al terreno empresarial, no a las personas que gobiernan el país".

Desde el punto de vista de la gestión del tiempo, Nekane Rodríguez defiende que los diputados que no tengan cometido en un pleno dediquen ese tiempo a otras tareas.

"Lo están haciendo bien, están yendo a trabajar, porque lo que harían en ese pleno es no trabajar. Ahora bien, el comprometido estará haciendo un buen uso de ese tiempo, y el no comprometido hará un mal uso", subraya.

LAS OTRAS TAREAS

En el capítulo de 'otras tareas' estarían encuadradas también aquellas de naturaleza extraparlamentaria que se ocupa de regular la comisión del Estatuto del Diputado del Congreso.

"EL Parlamento español es de los más incompatibles del mundo.

Aquí es difícil hacer un ejercicio privado", explica Javier Barrero, quien afirma que los horarios y la dedicación del diputado lo hacen incompatible con cualquier otra actividad".

Barrero recuerda que, como consecuencia de los cambios del Código Penal de 1995, la persecución en cuanto al tráfico de influencias que pueda ejercer un parlamentario es muy rígida. "Tenemos unos grados de control sobre nuestra vida pública y privada muy poco homologables con otros países del mundo".