Este desembolso supera los 300 millones de euros si se suma el programa Doñana 2005, que restaura las marismas de este espacio protegido y se ejecuta de forma paralela a la regeneración del Guadiamar, el principal afluente del Parque Nacional de Doñana.

La limpieza de las más de 4.600 hectáreas contaminadas por esta riada tóxica y la regeneración del Guadiamar para convertirlo en un corredor ecológico entre la Sierra Norte de Sevilla y las marismas del Guadalquivir no ha tenido precedentes en Europa y se considera la mayor restauración hidrológica realizada hasta la fecha.

Esta transformación de un río contaminado en un corredor ecológico requirió la compra de miles de hectáreas contaminadas y la construcción de equipamientos públicos en el nuevo Corredor Verde del Guadiamar.

La riada tóxica contaminó 50 kilómetros aguas abajo de este río con los metales pesados y aguas ácidas que se acumulaban en la balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar y mató a decenas de miles de especies animales.

De las 4.600 hectáreas afectadas se retiraron en un tiempo récord 7 millones de metros cúbicos de lodos y tierras contaminadas y al menos 30 toneladas de peces muertos.

Esta tarea requirió el trabajo de decenas de palas excavadoras y de miles de operarios, así como de 500 camiones que trasladaron el material contaminado a la antigua corta de la mina de Aznalcóllar en un trabajo a destajo que sumó 17.000 kilómetros y cuyo contrapunto dramático fue la muerte de varios camioneros en accidentes de tráfico.

Además de la extracción de las tierras contaminadas fue necesario depurar los 2,5 millones de metros cúbicos de aguas ácidas que quedaron embalsadas en la zona conocida como Entremuros, donde se levantó un muro de defensa para contener la riada tóxica.

Para ello llegó a construirse en esta zona una depuradora de campaña que comenzó a funcionar dos meses después del accidente y saneó las aguas ácidas antes de los tres meses recomendados por los científicos.

La retirada de los suelos contaminados y la depuración de las aguas ácidas fue asesorada por un comité científico y controlada con 65.000 analíticas de agua, tierra y aire que, además, se publicaron en internet para fomentar la transparencia y evitar el alarmismo.

Junto a este vasto dispositivo material también fue necesario implementar una ofensiva normativa, que se plasmó en las 21 leyes y disposiciones aprobadas por la Junta de Andalucía en menos de un año para dar cobertura jurídica a estas actuaciones.

La recuperación del Guadiamar también ha consolidado en estos diez años uno de los mayores programas de investigación ecológica, el PICOVER, que engloba centenares de trabajos sobre el que ya se considera uno de los ríos mejor estudiados de Europa.