Aunque las quinielas previas al 9 de marzo se inclinaban por su relevo, Moratinos, de 56 años, emprende su segunda etapa para seguir con los proyectos en marcha y afrontar nuevos retos, como la presidencia española de la UE en el primer semestre de 2010.

Algunos barruntan que será entonces cuando ceda la cartera del Ministerio, si bien reconoce sentirse con fuerzas para desbancar a Francisco Fernández Ordóñez como el jefe de la diplomacia española que más tiempo ha estado en el cargo, siete años (1985-1992).

Moratinos, primer ministro de Exteriores que ha compaginado las competencias de Cooperación, ha soportado casi todo el peso de LA acción diplomática debido a la mayor atención de Zapatero a la política interna.

Éste es uno de los motivos por los que sus detractores le han mantenido en el punto de mira sin apenas tregua, lo que ha contribuido a que los resultados de su labor hayan tenido más reconocimiento fuera que dentro de España, según ha concluido alguno de sus colaboradores.

El 'acoso' del PP contra él ha sido constante, con reproches a su política "radical y peligrosa"; al aislamiento del país, a su "actitud de buda feliz" o a sus declaraciones extemporáneas.

Los 'populares' no le perdonaron que al poco de llegar al puesto acusara en un programa de televisión al ex presidente José María Aznar de apoyar la intentona golpista para derrocar a Hugo Chávez en 2002, denuncia de la que el propio Moratinos se ha arrepentido.

Otra cuestión que le han censurado ha sido su política de diálogo con Cuba tras su viaje a La Habana en abril de 2006, si bien el nuevo rumbo de la dictadura castrista y algunos logros a favor de la disidencia han paliado las críticas en la recta final del mandato.

Los guiños iniciales hacia Hugo Chávez, la relación con Estados Unidos -a pesar de su buena amistad con Condoleezza Rice- o los escasos avances en el conflicto del Sáhara Occidental han sido otros motivos de queja de sus opositores.

Menos objeciones ha recibido su política migratoria y de cooperación con África, la faceta que le ha hecho sentirse "más orgulloso" en su etapa de ministro, como él mismo ha confesado.

Madrileño de corazón y cordobés en el espíritu, como le gusta definirse, Moratinos ha desempeñado una tarea infatigable que le ha llevado a visitar más de un centenar de países desde 2004.

Su mujer y sus tres hijos -dos chicas y un varón- son los que, según él, pagan el precio de su ajetreo después de treinta años dedicado a la carrera diplomática en puestos como el de embajador en Israel o de enviado especial de la UE para Oriente Próximo (1996-2003).