España encara un horizonte de bloqueo institucional. El PP se encuentra desde la noche del domingo en una situación insólita hasta ahora para ningún otro ganador de unas elecciones generales: tiene un amplio frente del "no" a su candidato a encabezar un Ejecutivo y ni siquiera la abstención de quienes se muestran dispuestos a abrir paso a su Gobierno le garantiza que pueda ejercer su papel de partido mayoritario. Los socialistas votarán contra Rajoy en la investidura y solo Ciudadanos está dispuesto a facilitar con su abstención un gobierno popular.

"Los españoles se han expresado. Ahora nos toca a los políticos gestionar con responsabilidad y sentido de Estado", sentenció Mariano Rajoy, que anunció que actuará con "generosidad y amplitud de miras" a la hora de abordar el diálogo con otras fuerzas políticas para la formación de un gobierno estable, y ha dicho al líder del PSOE, Pedro Sánchez, que "este es un buen momento para que todos estemos a la altura".

El difícil panorama que dibujaban los resultados de las urnas en la noche del domingo fraguaron ayer con los anuncios de intenciones de los partidos clave para resolver una situación de una complejidad inédita.

Ciudadanos, cuarta fuerza política, muestra su disposición a abstenerse en el debate de investidura, a celebrar previsiblemente a finales de enero próximo, para facilitar el inicio de la legislatura. El partido de Albert Rivera pidió a los socialistas que hagan lo mismo, sumándose a las llamadas a la responsabilidad institucional que desde distintos niveles orgánicos del PP se hicieron llegar al mismo destinatario. Para Ciudadanos, el PSOE debe resolver la disyuntiva entre "empezar la legislatura" o "bloquearla" y conducir de nuevo a elecciones anticipadas.

La respuesta del PSOE fue inequívoca: votará "no" a Rajoy en la investidura. Más allá de eso, el grupo que encabeza Pedro Sánchez elude explorar ahora otras soluciones alternativas, ni siquiera la de un posible intento de formar Gobierno si quien está llamado a hacerlo en un principio, Mariano Rajoy, no lo consiguiera. Cada cosa en su momento, reclaman los socialistas, para quienes la lectura válida de los resultados de las urnas es la que ya hicieron en la noche electoral: "los españoles han votado cambio e izquierda".

Pablo Iglesias, líder de Podemos, anticipó ayer la postura de los diputados de la tercera fuerza política del país en el debate de investidura. "Ni por activa ni por pasiva vamos a permitir un Gobierno del PP". O lo que es lo mismo: no hay que contar, en ningún caso, con que su abstención abra paso a un Ejecutivo popular. Iglesias emplaza a Pedro Sánchez a que asuma la responsabilidad de favorecer un Ejecutivo alternativo al del PP, con el argumento de que, de lo contrario, estará entregando el Gobierno a Rajoy. El número uno de Podemos, eludió, sin embargo, concretar cuál sería la postura de su grupo en una eventual votación para la investidura de Sánchez.

Así las cosas, el PP se enfrenta a un desalentador panorama para el que solo cuenta con su disposición al diálogo. Las conversaciones entre los partidos comenzarán probablemente tras una breve tregua navideña, de cara a la sesión constitutiva del Congreso, prevista para el 13 de enero. En ese momento tendrá que estar avanzado algún tipo de acuerdo que facilite la composición de la mesa de la Cámara Baja. Será un primer test de posibles alianzas y favores mutuos.

Rajoy hizo ayer oídos sordos al anuncio del PSOE de que no tendrá su respaldo y, sin citarlos, aludió a los socialistas y a Ciudadanos como los partidos a cuya puerta llamará para desbloquear la complicada situación y conseguir un acuerdo para "un gobierno estable". La garantía de esa estabilidad reside, según el líder del PP, en su coincidencia en la defensa del orden constitucional.

Puertas afuera la situación resulta complicada para el PP. Pero puertas adentro puede encresparse. Aznar acudió ayer al comité ejecutivo de su partido por primera vez en casi cuatro años y urgió un congreso interno abierto a todos lo militantes. El expresidente se ha convertido en el principal fustigador desde dentro de su sucesor y ayer parecía seguir en ese papel. El propio Rajoy matizó que los congresos del PP siempre están abiertos a sus militantes y, sin poner fecha, anunció que habrá congreso, porque ya toca, y su disposición a presentarse a la reelección.

En un movimiento similar, Pedro Sánchez anticipó su intención de revalidar el liderazgo al frente del PSOE en el congreso de la primavera próxima. Era su forma rentabilizar en el frente interno el alivio con que los socialistas recibieron en la noche del domingo unos resultados algo mejores de la debacle que auguraban las encuestas. El anuncio desató suspicacias en la poderosa federación andaluza, la que quita y pone secretarios generales, uno de cuyos portavoces mostró su sorpresa por el hecho de que Sánchez saque ahora "un asunto que no tocaba".