Lo que comenzó siendo un paseo idílico para Mariano Rajoy en su ciudad, Pontevedra, con decenas de personas haciéndose fotos con él y dándole ánimos para ganar las inminentes elecciones generales, terminó ayer con la detención de un menor de edad, A. de V.F., que consiguió acercarse hasta el presidente del Gobierno con la excusa de hacerse un selfi e, instantes después, propinarle un violento puñetazo en la cara. El golpe, que dejó al jefe del Ejecutivo con parte de la mejilla izquierda y el cuello enrojecidos, tomó por total sorpresa a la comitiva, que se encontraba, en ese momento, a la altura del santuario de la Peregrina, en pleno corazón urbano.

Todo sucedió tan rápido que muchos de los presentes solo se enteraron de la agresión tras escuchar los gritos de algunos ciudadanos que asistían curiosos al desarrollo del paseo electoral por la calle peatonal. Acompañaban a Rajoy el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, la ministra de Fomento, Ana Pastor, y el presidente del PP de Pontevedra, Jacobo Moreira., entre otros cargos oficiales y del partido.

Eran las 18.50 horas y Mariano Rajoy atendía a numerosos pontevedreses que le solicitaban hacerse fotos con sus teléfonos móviles. Entre ellos se coló el joven, de 17 años, que pilló tan desprevenido al presidente que le tiró las gafas con el fuerte golpe. El chaval fue reducido de inmediato por los escoltas de Rajoy y conducido al portal de una conocida inmobiliaria de la calle entre gritos de personas que apoyaban su actuación y de otras que le recriminaban duramente.

Después, fue conducido por una patrulla de la Policía Nacional hasta la Comisaría, donde quedó a la espera de pasar a disposición de la Fiscalía de Menores acusado de un delito de atentado.

Según empleados de la citada inmobiliaria, donde el pontevedrés fue retenido mientras no llegaba el coche policial, el menor no se mostró en ningún momento arrepentido por los hechos y llegó a justificar su actuación asegurando que "los políticos nos están robando mientras hay gente que no puede pagarse ni la calefacción". Algunos testigos aseguraron que afirmó estar "muy contento" con lo que acababa de suceder.

En el momento de su traslado, se volvió a producir un revuelo en las inmediaciones de la Peregrina, entre los partidarios de la agresión y los detractores. Con la capucha de la sudadera puesta y esposado, A. de V.F. se limitó a levantar el pulgar de su mano izquierda en señal de victoria, lo que soliviantó todavía más a los presentes.

Mientras todo esto sucedía, el presidente del Gobierno continuaba con su programa conducido por el resto de populares y sus escoltas. Obligado a seguir sin las gafas, destrozadas por el golpe, y con la marca de la agresión en la cara, Mariano Rajoy dijo sentirse bien y pidió tranquilidad a su equipo a los ciudadanos que le mostraron su apoyo. "La verdad es que nos sorprendió su entereza. Pidió tranquilidad a los guardaespaldas y quiso continuar el tramo que le quedaba", aseguró a FARO Jacobo Moreira, que no se separó en ningún momento del presidente del Gobierno. Asimismo, la ministra Ana Pastor instó a la comitiva a continuar. "No montéis espectáculo. Seguid, seguid", les dijo a la vez que caminaba junto a Rajoy.

Lo cierto es que el suceso alteró por completo el transcurso del paseo electoral. El grupo recorrió apresuradamente los metros que distaban entre la capilla la A Peregrina y la calle Castelao, donde el coche oficial recogió al jefe del Ejecutivo, que se fue camino de A Coruña con Alberto Núñez Feijóo para participar en un mitin electoral. En la ciudad herculina, Rajoy quiso bromear sobre lo sucedido y dijo que había pegado muchos carteles cuando era militante de base "y aún ahora pegan, en la provincia de Pontevedra, mucho". En un tono más serio apeló después a la "moderación" y a "huir de los extremismos".

Se define como antifascista

El joven que ayer agredió al presidente del Gobierno pertenece a una familia conocida en Pontevedra y nació el 16 de marzo de 1998, según informó el Ministerio del Interior. Tiene activa una cuenta en Twitter en la que ha publicado polémicos comentarios, como uno de hace un año en el que decía: "Voi a hacer un atentado en sede del PP" (sic). A.de V.F. se definía en esta red social como antifascista y su foto de perfil era de Pasarón, ya que es miembro de Mocidade Granate, un grupo de seguidores del Pontevedra Club de Fútbol, que negó que el menor fuera socio de la entidad. Mocidade Granate se desmarcó ayer, también a través de las redes sociales, de la agresión a Mariano Rajoy.

El contenido violento de los tuits del joven fue difundido por cientos de personas ayer en internet. "Sionistas, mercenarios hijos de puta sois lo peor de la humanidad hojala que os cojan a todos y os torturenen sin piedad hasta que enlocezais (sic)", era otro de sus mensajes.

"Qu putaa es España", decía, asimismo, el 6 de noviembre pasado, mientras que en otro amenazaba con pegar "un tiro en la nuca" a un conocido periodista o amenazaba de muerte a una mujer. Además, trascendió una conversación de WhatsApp en la que sus amigos le dicen: "Capi matalo", "Los pulgares en los ojos", "Y escúpele en las cuencas", a lo que A.de V.F. responde con una foto suya acompañada de la frase "Ya estoi saliendo". Además, según su entorno, el joven había sido matriculado en un par de colegios privados de la ciudad, aunque actualmente estudiaba en el IES Sánchez Cantón.

Entre fotos y discusiones

El paseo de Mariano Rajoy duró poco menos de una hora y se desarrolló con relativa tranquilidad. Comenzó ante la Subdelegación del Gobierno, en la Plaza de España, y continuó por la calle Michelena, donde el presidente fue parado en múltiples ocasiones por ciudadanos que querían fotografiarse con él, muchos de ellos acompañados de niños.

En el recorrido, Rajoy se paró a hablar, entre otros, con la conocida centenaria Aquilina Alonso, que siguió el paseo desde su silla de ruedas, y visitó también al pastelero Ernesto Solla. "Te dije que te lo traería y te lo traje", dijo Ana Pastor al dueño de la pastelería Solla. Antes de que tuviese lugar la ya histórica agresión, se vivieron también ciertos momentos de tensión entre ciudadanos que discutieron sobre la permanencia de Ence en la ría. Además, algunos miembros de la APDR entregaron a los populares ejemplares del Libro Blanco de Ence.