"Sobrevivimos", confesaba aliviado uno de los simpatizantes que ayer celebraba en la Nave de Vidán, a las afueras de Santiago, lo que los nacionalistas consideraron un resultado triunfal: la pérdida de un solo escaño. Sin resignarse a aceptar los peores augurios, que reducían su marcador a dos diputados y los hacían retroceder a los albores de los 80, el BNG puso la carne en el asador de la campaña, como ellos mismos alegaron ayer para justificar que aguantaron y celebraron lo que vivieron como un final feliz y el principio, en palabras de Pontón, de "un tiempo nuevo".

De hecho, simpatizantes presentes en el local admitían que en los últimos años no se había visto tanta alegría en una noche electoral de la formación frentista y los aplausos que se colocan desde el "backstage" en el que la candidata seguía el escrutinio fueron alimentando el entusiasmo. El sexto escaño estuvo bailando durante un intervalo de tiempo que se hizo largo y tenso para muchos. Provocó aplausos intermitentes cada vez que se sumaba a la lista, y se entiende que también la decepción consiguiente cuando se desvanecía del tablero.

Al final, sin embargo, se confirmó, y solo cuando estuvo segura, cuando el escrutinio rozó el cien por cien, Ana Pontón salió de entre bastidores y fue recibida por militantes y simpatizantes con entusiasmo y aplausos.

El resto fueron abrazos, sonrisas de complicidad, suspiros de alivio, unos cuantos brindis y muchos intercambios de felicitaciones.

Todos rodearon y felicitaron con efusión a su candidata, con el aire satisfecho de haber dejado el partido en buenas manos.