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Galicia, sitio distinto para el PIB

La comunidad todavía arrastra un menor ritmo en la recuperación económica por la falta de motores fuertes que le permitan compensar el agotamiento de los famosos vientos de cola

La Xunta prevé que este 2016 acabe con un avance del 3%

Con el propósito de marcar las distancias respecto a lo que está ocurriendo en el Estado, a la espera de una solución de gobierno o la celebración de unas terceras elecciones que, entre otras importantes cuestiones, permita aprobar los nuevos presupuestos, el Consello de la Xunta abordó la pasada semana en la jornada previa al pistoletazo electoral las líneas maestras de los suyos con una previsión de crecimiento del techo de gasto en 2017 del 2,7%, hasta los 9.039 millones de euros. Es solo eso. Una estimación. Porque, según el presidente gallego, en San Caetano desconocen cuánto dinero recibirán hasta que salgan adelante las cuentas nacionales. Sí es oficial el cuadro macroeconómico. Los grandes números sobre el comportamiento de la economía. Tanto la revisión al alza para el cierre del actual ejercicio, desde el 2,5% inicialmente fijado al 3%; como el primer pronóstico que se hace para el próximo, un 2,3%. De cumplirse, será este el mejor año en el Producto Interior Bruto (PIB) regional desde 2007 y se confirmará también que la recuperación se aletarga.

¿Las razones? El conselleiro de Facenda, Valeriano Martínez, recuerda que el cálculo se actualizará conforme avance el año que viene -lo habitual- y que es una cifra prudente en la que se ha tenido en cuenta el posible impacto del Brexit sobre las exportaciones de las empresas de la comunidad -el negocio exterior es una de las patas fundamentales del PIB gallego-, especialmente en el caso de la automoción y la piedra. Pero hay dos causas relevantes más. Una matemática. Que el incremento es sobre el nivel que alcance la economía este año y un 3% es un avance notable. Dos, todos los factores externos que ayudan a crecer a Galicia y el resto del país, con claros síntomas de agotamiento.

"La economía gallega está en estos momentos creciendo en línea con lo que lo hace la economía española, décima arriba, décima abajo, y esta, a su vez, lo hace en parte aprovechando los vientos de cola que llevan soplando en la economía mundial desde hace meses", explica Miguel Vázquez Taín, profesor de Economía Pública de la Universidad de Santiago. El precio del petróleo, la depreciación del euro o las políticas expansivas del Banco Central Europeo (BCE) para favorecer el crecimiento. "En estos momentos, esos vientos están perdiendo intensidad y también efectividad con el paso del tiempo -advierte el también presidente del Consello Galego de Economistas-. Al margen de la situación política, esto hace que para los próximos meses se prevea una moderación en el crecimiento económico. Y esto va a ser así en España y en Galicia".

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La falta de gobierno en España pone la puntilla a esta situación. El vacío no ha tenido, en opinión de Vázquez Taín, un efecto "significativo" de momento, pero a partir de ahora, "ligado a la necesidad de aprobar nuevos presupuestos y de continuar las reformas pendientes", sí va a restar. "Y esto va a afectar también a Galicia si no se soluciona la situación nacional -apunta-, sobre la que no soy muy optimista".

El pinchazo de la economía gallega llegó en os últimos compases de 2008. Poco más de tres meses después, el 18 de abril de 2009, Alberto Núñez Feijóo asumía el bastón de mando en su primera legislatura al frente de la Xunta. Durante la doble recesión, el PIB regional acumuló un desplome del 8,3%. Casi 3.700 millones de euros menos de actividad.

En 2014, la autonomía creció un 1,1%, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) tras la revisión para adaptar la contabilidad al nuevo método impulsado por Bruselas -con el viejo sistema, el alza se situó en el 0,4%-; y en 2015, un 2,1%. El Instituto Nacional de Estadística (INE), sin embargo, eleva el ascenso del pasado año en Galicia al 3,2%, el mismo ritmo que el conjunto del país. La Xunta se apuró a quedarse con esa cifra en lugar de la facilitada por el IGE. Pero el organismo estatal también mantiene que el PIB regional solo aumentó un 0,4% en 2014.

Los dos institutos muestran, pues, dos fotos sensiblemente diferentes sobre el varapalo de la economía gallega. Mientras el IGE recoge una caída entre 2009 y 2013 de ese 8,3%, el INE la sube al 9,8%, un punto por encima de la media nacional, aunque con el importante matiz de que el pinchazo tardó más en notarse en la comunidad, que creció en 2008 un 2,1%. El Estado lo hizo un 1,1%.

Eso sí, ambos organismos estadísticos coinciden en que a la región le falta todavía camino por recorrer para volver a los niveles precrisis. Un 5% de su actividad, según el IGE, y el 6%, en los cálculos del INE. Alrededor de 2.000 millones de euros.

Entre abril y junio de este 2016, el PIB gallego arrojó un incremento del 0,8%. Idéntico al estatal, que en el avance anual sigue más fuerte, un 3,2%, frente al 3% de la comunidad. El diferencial negativo que Galicia arrastró durante todo el periodo de vacas flacas sigue ahí. Más estrecho, pero aguanta.

"Galicia presenta una serie de elementos diferenciales respecto a la economía española que hace que nos incorporemos con retraso a las tendencias (positivas o negativas) de esta, y lo hagamos, de media, con menor intensidad", cuenta Miguel Vázquez Taín. Principalmente por la estructura poblacional -menos jóvenes, menores necesidades de gasto y, por tanto, menor consumo- y la dependencia de gran parte de la misma del gasto público. Las pensiones sirvieron de colchón para contener el tsunami de la desigualdad social, pero, "esto que puede parecer una potencialidad en los momentos de crisis -continúa el máximo responsable de los economistas gallegos- es un lastre en los momentos de crecimiento y, en el medio y largo plazo, hace que perdamos paso respecto de la economía nacional y mundial".

Por esa razón, a pesar de que el llamado invierno demográfico es un mal endémico en la comunidad, nunca antes captó tanta atención como en estos años de crisis. Es el problema, "el más importante, desde muchos puntos de vista, pero sobre todo desde el económico", para Vázquez Taín y la inmensa mayoría de expertos. La otra demografía que preocupa es la empresarial. Por dimensión. "Con un tamaño muy reducido, salvo contadas excepciones, explican la mayor resistencia cuando vienen mal dadas, pero también la menor capacidad para acelerar en los momentos buenos", esgrime el profesor de Economía Pública.

Entre 2008 y 2014, el número de sociedades con actividad en Galicia cayó un 5%, hasta las 198.800. Para el tejido productivo de la comunidad fue letal el salto por los aires del sector financiero gallego tras la estrepitosa fusión de las dos cajas gallegas y la nacionalización de su banco heredero, junto a las absorciones del Gallego por el Sabadell y el Pastor por el Popular. La financiación a hogares y empresas se desplomó con la reestructuración bancaria un 40% en la comunidad. En casi 29.000 millones de euros. El cambio de tendencia se completó este año. Las compañías creadas durante el primer semestre superan las 2.500.

Es habitual ver el PIB como una entelequia de grandes números y digestión complicada para el común de la sociedad, pero todo lo sucedido en estos años tiene un efecto muy visible en la situación de la economía regional. En lo que hoy es Galicia.

¿Qué motores mueven Galicia? Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca parecen estacados por debajo del 5%, muy lejos del 8% que suponían dos décadas atrás. Pese a la cierta recuperación que vive la industria, el sector se mantiene igualmente a años luz de lo que representaba en el pasado. Un 17% en general y alrededor de un 12% en el caso concreto de las fábricas manufactureras. Tras el pinchazo de la burbuja del ladrillo y la contención del gasto público para amarrar el déficit, la construcción vaga ahora por el 6% del PIB autonómico, la mitad que en sus años de acelerón. Así que Galicia camina cada vez más hacia una economía de servicios. De cada 100 euros generados en la comunidad, 22 proceden del comercio, el transporte y la hostelería; 9 del negocio de las inmobiliarias; y aproximadamente 18 euros de la administración pública, la sanidad y la educación, entre las principales actividades.

¿Y desde el punto de vista de la demanda interna? El gasto de los hogares hace 20 años rozaba el 70%. Actualmente es un 62%. La evolución es incluso más perceptible en la inversión empresarial para encender una empresa o mejorarla. El 33% que se llegó a alcanzar antes de la crisis, por encima de los 18.000 millones de euros al año, en estos momentos se queda en únicamente el 16,7%. El capital extranjero tampoco suele dar muy buenas noticias. Entre 2004 y 2015 la inversión gallega fuera ascendió a 10.800 millones, cinco veces más que lo captado aquí.

"Cuando hablamos de captar inversión tenemos que fijarnos principalmente en aquella que va a generar crecimiento y creación de empleo. La compra de empresas por la inversión extranjera puede ayudar a mantenerlo, pero no es lo más interesante", diferencia Vázquez Taín. Para que ese flujo pise el acelerador, el economista apunta a "los nuevos sectores que empiezan a despuntar con fuerza y en los que puede estar una parte del sustento del crecimiento futuro si se cuenta con la ayuda del capital extranjero y las sinergias que suele traer aparejado". Biotecnología, aeronáutica, nuevas tecnologías, auxiliares de sectores tradicionales... "Son los que tenemos que hacer atractivos -incide- para impulsar su crecimiento y con ello el crecimiento de la economía gallega".

Miguel Vázquez Taín | Decano Consello Galego de Economistas

"La reducida dimensión de las empresas deja menos capacidad para acelerar"

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