Las mofas sobre la caja finlandesa de la Xunta y el inesperado dardo envenenado de Beiras a la cabeza de cartel del BNG, Ana Pontón, coparon ayer los focos de la jornada electoral de Luís Villares. Las bromas corrieron a cargo de Paula Vázquez, número dos por Lugo, que parodió la política a favor de la natalidad de la Xunta, desmotando el regalo que reciben desde agosto los recién nacidos en Galicia como cortesía de la Administración autonómica: dos pañales, una colonia, dos cremas y una mantita "made in China", lo que contrapuso a sueldos de 600 euros que perciben los trabajadores. Logró más aplausos que el propio Beiras.

El veterano dirigente dejó nuevos ataques al PP, pero sorprendió al reivindicar la decisión de Villares de presentarse por la provincia de Lugo frente a "quien es de Sarria, pero elige A Coruña porque es donde más posibilidades tiene de lograr escaño", espetó en alusión a Pontón, nacida en Sarria, localidad que ayer precisamente visitó en campaña.

El de ayer fue uno de los pocos golpes al riñón que lanzó Beiras al Bloque desde la traumática asamblea de Amio, lo que contrastó con el mensaje el lunes en el debate de la TVG de Villares, el socialista Leiceaga y Pontón a favor de una alternativa común.

Villares se refirió a ese duelo televisivo y reconoció haber sido víctima de los nervios del debutante. Pero lo hizo emulando el mensaje central de la izquierda rupturista, como antes AGE, Podemos, las mareas locales o En Marea. "Somos la gente común", alegó. En Monforte mostró como ejemplo su renuncia a su confortable vida como magistrado para dedicarse a la política, si bien podrá volver a ella cuando concluya esta etapa. También agitó de nuevo los casos de corrupción del PP.

El punta de lanza de En Marea reconoció haber "retorcido" la legalidad para atender a víctimas de desahucios y justificó su deseo de cambiar las leyes para dar el paso adelante.

De momento, su campaña ha estado alejada de las ciudades. Hoy visita Ferrol para protagonizar un mitin junto a uno de los tres alcaldes del cambio, Jorge Suárez, pero sin Martiño Noriega (Santiago) ni Xulio Ferreiro (A Coruña).

El sábado prevé visitar A Coruña junto a Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y la próxima semana acompañar al líder de Podemos, Pablo Iglesias, con lo que se esperan actos de mayor intensidad. La falta de punch de la campaña, a pesar del bajo conocimiento de Villares entre los votantes, ya genera debate en el nuevo partido, cuya coordinadora no parece proclive a dar demasiado peso a figuras de Madrid. La intención es que no ensombrezcan a Villares.

De momento, el rural y las villas han sido escenario de su campaña, aunque aquí también llegaron los ecos de los problemas internos del rupturismo. Antes de los mítines de Monforte y Chantada, Villares escuchó cómo le pedían a Paula Vázquez en un encuentro con bodegueros de la Ribeira Sacra garantías contra el "esperpento y descabalgamiento" de listas en En Marea como las dos fugas al grupo mixto de miembros de su corriente política, Cerna, en AGE la pasada legislatura. Aseguró que esos conflictos son historia.