La gravísima crisis económica que vapuleó a España entre 2008 y 2014 dejó en papel mojado el habitual mantra de que alguien bien formado no tendría nunca problemas para encontrar un trabajo. Ni eso respetó. Uno de cada cuatro parados que había en Galicia en el primer trimestre de 2014, cuando se marcó el récord de desempleo en la comunidad (296.900 personas), contaba con educación superior. Pero sí es verdad que cuanto mejor sea la preparación y más adaptada esté a las necesidades de mercado, la recuperación de oportunidades llega antes. Mientras que desde ese máximo el número de demandantes de un puesto se redujo un 15,4% entre los que pasaron solo por estudios primarios, entre aquellos con título universitario o similar la caída hasta finales del pasado año fue del 34%. De ahí también a que el colectivo con un aprendizaje básico soporte en la región la mayor tasa de desempleo, cercana al 19%. En el otro lado de la balanza están los gallegos con formación en las áreas de salud y educación o especialización dentro del sector primario, donde no llega ni al 10%.

Es un hecho que cada vez hay más gente formada en Galicia. El relevo generacional trae bajo el brazo una panorámica muy distinta sobre la mano de obra disponible, a pesar de la impresionante pérdida de población activa que la autonomía acumula precisamente entre las edades más jóvenes, entre los 20 y los 35 años, cuando normalmente se tienen las primeras experiencias laborales.

Los habitantes que únicamente llegaron a estudios mínimos disminuyó en 200.000 entre 2010 y 2017. Suponían cerca del 70% de la población y ahora un 63%. Entre los activos -los residentes en edad de trabajar y que lo hacen o quieren hacerlo-, la evolución del peso es todavía más llamativa porque los menos formados pasaron de ser la mayoría -el 57,4% en 2010- a representar el 47%.

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¿Y entre los ocupados? Ocurre exactamente lo mismo, una tendencia clara a la baja, hasta el punto de que la creación de empleo pasa por encima del colectivo, que es uno de los que se mantiene en números rojos: 5.800 menos entre 2016 y 2017, según los datos que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Los otros perfiles formativos con un descenso en la ocupación el pasado año son ciencias sociales, periodismo y documentación (5.500 menos); negocios, administración y derecho (1.500); y los servicios (700).

En cambio, en educación el aumento fue de 9.100; de 3.900 en salud y servicios sociales; y 3.600 en los trabajadores preparados para labores de agricultura, ganadería, pesca, silvicultura y veterinaria. Artes, humanidades y lenguas despuntan igualmente tras sumar 2.800 empleos; y 1.300 tanto las tecnologías de la información y las comunicaciones -las TIC, un área de las que mejor futuro tiene dada la extensión de la economía inteligente y la industria 4.0-, como los titulados en ciencias naturales, químicas, físicas y matemáticas. En mecánica, electrónica, industria y construcción el incremento fue de 1.100.

Este comportamiento el mercado laboral ha provocado que los parados con solo formación básica vuelvan a ser los más numerosos en el desempleo gallego. Superan los 109.000, el 56% del total, con una tasa de paro del 18,6%. Los titulados en ciencias sociales, periodismo y documentación que esperan un puesto se dispararon un 111%, hasta los 5.000, y el nivel de desempleo se sitúa en el 17,9%.

El paro en los expertos en educación bajó un 20% y deja la tasa de desempleo en el 9,7%; y en el 8% en salud y servicios sociales, tras una caída de más del 10%. A pesar de tener más parados (41%), el sector primario aguanta en el 8,5%.

Artes, humanidades y lengua acumula un desplome del 33% y la tasa baja al 14,8%; y un 13,3% en formación técnica, gracias al tirón de la industria, con un recorte de 3.100 desempleados en un año. En las TIC crece también el paro (500 personas), aunque mantiene una de las cifras más bajas: 12,8%.

Son precisamente las tecnologías de la información y la comunicación las que ostentan la tasa de actividad más alta de Galicia, ronda el 89%. De los 34.000 habitantes de las comunidad con una formación de este tipo, prácticamente nueve de cada diez son activos.