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El escándalo "Dieselgate" anticipa subidas en la ITV

El 20 de mayo entra en vigor el nuevo sistema de revisión de vehículos, más exigente, que amenaza con subidas de tarifas

Un grupo de vehículos se prepara para someterse a las pruebas de la ITV en Peinador. // Ricardo Grobas

El terremoto por el escándalo de la manipulación de las emisiones de los diésel tuvo su epicentro en Volkswagen, pero sus consecuencias van más allá y recaerán sobre todos los conductores. La batalla de las administraciones para desplazar al diésel de las carreteras alcanzará una nueva dimensión a partir de mayo. Será el día 20 de ese mes cuando entren en vigor unas nuevas ITV previsiblemente más caras para el usuario, a prueba de fraudes y que amenazan con sacar de circulación a los vehículos de más antigüedad.

Los conductores que estén obligados a llevar sus vehículos a revisión sufrirán en sus bolsillos las nuevas medidas antiDieselgate. Las ITV entrarán ahora en el cerebro de los automóviles para evitar que se repitan casos como los de Volkswagen en los que un software manipulaba las prestaciones del vehículo cuando detectaba que estaba siendo revisado. Al igual que ya hacen los talleres, estas plantas tendrán que equiparse con nuevas máquinas que permitan acceder a la lectura del OBD (sistema de diagnóstico a bordo, por sus siglas en inglés). De esta forma podrán conocer el estado de salud del filtro de partículas, el catalizador o los airbag y, sobre todo, detectar posibles fraudes en los dispositivos anticontaminación.

Este esfuerzo por aplacar las emisiones de gases contaminantes recaerá sobre las espaldas (o los bolsillos) de todos los conductores. "Las empresas que gestionen las estaciones de ITV van a tener que realizar una inversión económica para dotarse de las nuevas herramientas. Veremos si eso se repercute o no en el precio de la inspección", comenta Enrique Fontán, presidente de la Confederación Española de Talleres de Reparación de Automóviles y Afines (Cetraa).

El temor a un golpe sobre el bolsillo del consumidor cobra especial fuerza entre los usuarios gallegos. ¿La razón? Las similitudes que comparten las ITV con las autopistas, que hacen presagiar otro tarifazo similar al de la AP-9 por las obras de Rande. Y es que tanto los precios de las primeras como los peajes de las segundas son fijados por la administración (comunidades autónomas y Fomento, respectivamente) y, en el caso de que las concesionarias asuman nuevas inversiones, las autoridades decretan subidas de precios con el objetivo de que la rentabilidad de la concesión no se vea dañada.

Pero, a diferencia del tarifazo por las obras de Rande, que entrará en vigor este mismo año, la subida de precios de las ITV no se producirá antes de 2019. Aunque la normativa exige que todos estos centros cuenten con una máquina capaz de leer el OBD, no será hasta el próximo año cuando estén obligados a ampliar estas pruebas a todos los sistemas electrónicos. Así, no será en 2018 sino, previsiblemente, en 2019 cuando los conductores gallegos vean incrementadas sus tarifas por encima de los 38,95 euros actuales para vehículos a gasolina, los 46,55 en el caso de los diésel y los 34,3 euros en motocicletas.

La vuelta de tuerca a las ITV se enmarca en un doble objetivo. Por un lado, busca rebajar el número de accidentes en carretera y, por otro, reducir la huella de los vehículos en el medio ambiente, aunque no todos coinciden en que sea la medida más efectiva para esto último. "No sólo los sistemas anticontaminación que equipa son los responsables del control de esas emisiones, sino que hay condiciones que pueden provocar su aumento, como, por ejemplo, un aceite de motor degradado o el tipo de combustible empleado y esto no llegará a controlarse con una lectura mediante el OBD", advierte Enrique Fontán.

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