Las empresas son seres vivos de la economía. Nacen, muchas crecen, algunas pegan grandes estirones y la inmensa mayoría muere. A menudo se habla de sus reducidas dimensiones como el talón de Aquiles que sufre el tejido productivo en Galicia. Cuanto más pequeñas son, más difícil tienen acceder a financiación en condiciones ventajosas, invertir en innovación o internacionalizarse. Que son las claves para resistir en un entorno cada vez más competitivo y globalizado. El tamaño acaba convirtiéndose en una de las enfermedades mortales de las firmas ubicadas en la comunidad y la razón de que la tasa de supervivencia no pare de caer. Dos de cada diez compañías desaparecen sin cumplir el primer aniversario y solo un tercio logra superar la década.
El stock de empresas con actividad económica en la región que estuvieron activas todo o parte del año alcanzó en 2016, sin contar el sector primario ni la administración pública, las 184.732, un 1,6% más (2.496) que el ejercicio anterior, según los indicadores de demografía empresarial publicados ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Es el mejor dato de los últimos tres años contabilizados, aunque todavía faltan unas 11.100 para acercase a los niveles de 2009. Casi el 77% es del sector servicios. La construcción concentra el 15,6% y la industria el 7,7%. Esta última es la única actividad -incluida la energía- que registra una caída de sociedades operativas en la autonomía: 28 menos. El aumento en el ladrillo es de 503 y de 2.471 en los servicios.
Como ya ocurrió en 2015 con la salida de la doble recesión, las empresas gallegas arrojan un saldo demográfico positivo. La tasa de nacimientos -mide el porcentaje de las firmas que se constituyen sobre todas las que existen- se situó en el 12,5%, mientras que la de mortalidad fue del 11,5%.
Del conjunto de sociedades activas en la comunidad, el 95,5%, unas 176.400, son microempresas, con una subida en el último año analizado por el IGE del 1,6% (2.851 nuevas). El 83% de las empresas gallegas (153.000) carece de asalariados o no llega a más de dos. Otro 8,7% (16.000) cuenta con entre 3 y 5 trabajadores; y el 3,5% (6.400) se mueve entre 6 y 9.
Hay 8.100 pymes, el 4,4% de las sociedades operativas. Son 6.426 empresas pequeñas, con entre 10 y 49 efectivos en nómina, después de un alza anual del 2,3%; y 1.158 firmas medianas, que van hasta los 249 trabajadores, donde el ascenso fue del 7%. Finalmente están las grandes compañías. El 0,1% del tejido productivo. En Galicia funcionan 197, una mas que en 2015. De ellas, 121 tienen entre 250 y 499 asalariados, y 76 supera el medio millar.
En todos los perfiles de empresas en función de la dimensión el saldo demográfico en 2016 es positivo. "Sin embargo -remarca el IGE-, el tipo de empresa con mayor dinamismo es la microempresa, ya que se puede observar que presenta tasas de nacimiento y de muerte muy superiores a los otros tipos de empresas". Mucho más. Frente al 13% en los nacimientos y prácticamente el 12% en las defunciones de las microempresas, las pymes rondan el 2%.
La primera gran criba de las empresas no tarda mucho en llegar. EL mayor descenso se produce el primer año. De las creadas en 2015 seguía existiendo en 2016 el 77,8%, según el IGE. Es decir, dos de cada diez no pasa del primer ejercicio de vida. Si ampliamos la visión a los cinco primeros años, el número inicial de compañías se reduce más de la mitad. Y si vamos hasta los diez, únicamente sigue adelante un tercio, el 34,3%. "Se puede comprobar además que la tasa de supervivencia de las empresas gallegas en el primer año de vida disminuye en los últimos años", apunta el informe. En 2002 se mantenían operativas casi el total, el 99,9%. El descenso progresivo dejó la tasa de superviviencia el primer año en el 82,9% en 2009. Sigue en caída. En 2016 baja a ese 77,8%.
Por tercer año consecutivo, lo que sí aumenta es la actividad emprendedora. El 6,9% de la población activa está involucrada en iniciativas emprendedoras de menos de tres años y medio de actividad.
