"El trabajador español, sobre todo el gallego, está muy bien valorado para estos proyectos". El que habla es Berto Martínez, que a sus 58 años "vive" prácticamente en medio del mar Negro a bordo de un gigantesco buque. Con 60 personas a su cargo, participa en la construcción del mayor proyecto gasístico del mundo, un gasoducto que une a Rusia con Turquía. "Los señores del acero", encargados de la soldadura, son allí principalmente gallegos, que encontraron en el sector offshore un nicho laboral en el que son mayoría. No tienen rival, lo que ha llevado a una empresa puntera como la suiza Allseas a reclutar a unos 200 trabajadores de la comunidad, formados o enviados a la zona a través de la firma viguesa Tesol Group y su filial, IMOS.

Berto Martínez -"que no Alberto, ¿eh?, si quieres te enseño el carnet"- es uno de los mandos intermedios que se encargan de la soldadura del gasoducto a bordo del Pioneering Spirit. Desde enero del año pasado, cuando comenzó a preparar el barco para estas labores, vive jornadas maratonianas (de 12 horas), aunque este redondelano asegura que su tarea "se lleva bien" y que no les falta de nada. No en vano, viven casi en una ciudad flotante y cuentan con toda la seguridad necesaria. "Eso es lo más importante en el barco, que es tan grande que no conoces ni a la mitad de la gente", comenta.

Su jornada no es muy diferente a la de un empleado de una fábrica en tierra. "La rutina pasa por despertarse, desayunar y cambiarse para ponerse el equipo de trabajo. Luego vas al puesto y haces lo tuyo", explica. En su caso, ostenta el cargo de double joint welder, como se conoce en la jerga del sector al encargando del nexo de las tuberías que se unen al gasoducto. Cada uno cuenta con unos 12 metros de longitud, que cuando se convierte en uno pasan a integrar la red de casi 1.100 kilómetros de largo encargada por el Gobierno de Vladímir Putin (al menos 900 bajo el agua).

Una vez superada la jornada, tocan otras doce horas de descanso. "Hay gente que incluso va al gimnasio después de trabajar", comenta. Otros, disfrutan de las comodidades que dispone el mayor barco de construcción del mundo. "Tenemos un salón de actos, también de juegos y una pista de deportes en las bodegas en las que puedes jugar a baloncesto o futbito", señala Martínez.

Berto Martínez atendió a FARO esta semana estando en Vigo en su período de descanso, que también los tiene como el resto de los gallegos que trabajan con él. Trabajan todos los días durante cinco u ocho semanas (dependiendo de su cargo y función) y descansan otras cinco (o cuatro) semanas después, período en el pueden regresar a su residencia. En el caso del redondelano toca regresar mañana. "Cojo un avión en Vigo y voy a Estambul vía Madrid. Una vez allí cogemos un helicóptero en la ciudad de Sinop que nos lleva hasta el barco, que rara vez va a tierra", explica.

Cuando regresa a la faena, el soldador encara el final de la primera fase del proyecto conocido como TurkStream, que unirá las ciudades de Anapa (Rusia) y Kiyiköy (Turquía). A comienzos de noviembre el barco colocó la primera tubería en aguas de la zona económica exclusiva (ZEE) turca, finalizando también así la construcción de las dos líneas sobre el fondo marino que pertenece a Rusia.

Esta misma semana el TurskStream dio un paso más con el inicio de los trabajos para la terminal de recepción del gasoducto. De esta forma el proyecto se centra ahora en tres frentes, tanto en tierra (en los dos países) como en el agua. En el caso de la estación situada en Anapa, los responsables del proyecto esperan acabar la obra este año, al encontrarse ya "en las etapas finales".

Una vez superada esta fase está previsto que el barco se encargue de otras labores en esta primera mitad de año. Pendiente está todavía una segunda fase del proyecto gasístico ruso, que en este caso se ubica en el Báltico.

Formación

Para poder trabajar en el Pioneering Spirit -o PS, como lo conocen los trabajadores con su pronunciación en inglés- es necesario operar rápido y hacerlo muy bien. Fernando Couñago, responsable de Tesol Group y encargado de enseñar a soldadores de diversas partes del mundo el oficio para este proyecto, explicaba el año pasado que para ello es necesaria "una precisión milimétrica" y saber manejar "alta tecnología". Berto Martínez, por su parte, apunta que las empresas que operan offshore son cada vez "más exigentes", por lo que también reclama una mayor formación a administraciones y organizaciones para que más personas puedan seguir su ejemplo y dar el salto a este sector.

A su juicio, "no se puede mandar a la misma gente que se mandaba hace 40, 30 o 20 años", porque aunque el trabajador atesore un gran nivel debido a la práctica a la hora de soldar "le va a faltar conocimientos y teoría" y "cada vez las exigencias son mayores para la contratación".

Contratado ya por Allseas, el redondelano pasó 13 años en la empresa y otros cuatro en otro proyecto del sector offshore, por lo que por experiencia sabe lo que reclaman este tipo de compañías. "Los españoles, y en especial los gallegos, tenemos versatilidad y eso lo valoran, pero necesitamos más formación", apunta Martínez.

Trotamundos

Se dice que Galicia es tierra de emigrantes, aunque en el caso de Martínez es más bien un caso de trotamundos porque no se labró su futuro en un país, sino que lo hizo en varios frentes. Y es que antes de llegar al sector del offshore pasó por un sinfín de empleos y experiencias, comenzando como aprendiz en los astilleros de la zona, como hacían muchos en su época.

Sin embargo aquello le duró poco y rápido pasó a trabajar en Correos -primero en Vigo y luego en Redondela- hasta los primeros años de la década de los 80. A partir de ahí se sucedieron una serie de viajes que lo llevaron a Angola a bordo de un barco pesquero, a volver a su tierra para crear una empresa de lavado de coches y a cruzar el charco hasta Estados Unidos -donde ya había estado de joven junto a su padre un par de años- para ejercer como camarero en un buque de pasaje desde Fort Lauderdale, en Florida. "Es por eso que el inglés es algo que llevo bien y que me ayudó también en el trabajo", explica.

Fue en aquel momento cuando le trasladaron desde su tierra natal la posibilidad de enrolarse en el sector offshore, comenzando como marinero a bordo del Semac 1 (casi 122 metros de eslora), un buque de menor porte pero con unas labores de producción de pipeline (tuberías) similares a las del Pioneering Spirit. Allí fue poco a poco creciendo y haciéndose un nombre en el oficio y, posteriormente, lo asignaron como ayudante de soldador, donde desarrolló los conocimientos adquiridos en las factorías de la ría viguesa.

Martínez lleva ya en el sector cerca de 30 años, casi media vida dedicada al sector del acero junto a compañeros forjados en el metal gallego.