El primer punto del orden del día en las reuniones de las cúpulas de compañías y organizaciones, la aprobación del acta de la sesión anterior, suele ser de trámite. Pero en la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) casi nada es lo normal. Más de dos horas tardó ayer la asamblea de la patronal de la comunidad en debatir el texto porque el expresidente, Antonio Diéter, detectó algunos cambios inexplicables -"Faltan cosas", advirtió- en comparación con el acta redactada en la asamblea de junio. Así que al final se quedó en el cajón. A la convocatoria acudieron alrededor de 40 representantes territoriales y sectoriales de la CEG que sumaban unos 75 votos, incluidos los delegados. Con más de un centenar de votos posibles, la cita se quedó lejos de colgar el cartel de completo. Y hubo una sonora ausencia. Todas las organizaciones de Lugo -con 32 asamblearios- plantaron el encuentro, un gesto que las fuentes consultadas por FARO vinculan a la polémica salida el pasado diciembre del secretario general de la CEG, Jaime López, perteneciente a la confederación empresarial luguesa; "o porque tampoco ellos comparten el déficit de información que hay sobre las cuentas". ¿Resultado? La división interna en la patronal gallega se agrava y son pocos los que no hablan de que las cosas "se están poniendo cada vez más difíciles" para recuperar una CEG sólida y efectiva.

A la asamblea llegó por fin el informe de auditoría de las cuentas de 2016. Hay salvedades, "parece ser que menores", apunta Jorge Cebreiros, presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP), que pidió hace días ya acceder a la memoria del ejercicio para tener una idea completa de la situación y entender así esas observaciones de los auditores, que precisamente hacen mención a varios puntos explicados en la memoria. "Lo que se nos dijo es que fuéramos a la CEG a verla -critica-. No es un ejemplo de transparencia, cintura y talante, desde luego".

La falta de información sobre la transcendencia de las anotaciones de los auditores -relativas al inmovilizado y la tesorería- hizo que la inmensa mayoría de los votos se decantara por no apoyar directamente las cuentas. Únicamente hubo 9 votos a favor. El resto, abstenciones. También se abstuvo, para sorpresa de muchos, el expresidente y representante de A Coruña, Antonio Fontenla, uno de los directivos más cercanos al actual máximo responsable de la CEG, Antón Arias.

La organización se ciñó a anunciar la aprobación de las cuentas. En un escueto comunicado de seis líneas, a pesar de la intensidad del debate interno, la CEG obvia el resultado de la votación, aunque sí menciona que a la asamblea acudieron "todas las organizaciones miembros, a excepción de las pertenecientes a la provincia de Lugo".

"No sé si el panorama se puede reconducir", señala José Manuel Pérez-Canal. El presidente de la Confederación de Empresarios de Ourense (CEO) habla abiertamente de una organización "dividida". "Y por ahora no tiene pinta de que se vaya a cambiar. En cada debate volvemos a lo de siempre, olvidando los grandes problemas del sector empresarial", se queja. Aunque parecía un proyecto descartado por el amplio rechazo que generó, Arias volvió a poner sobre la mesa su intención de cambiar los estatutos de la CEG.

"Nunca es imposible, no estamos todavía en ese punto, pero sí que es muy difícil dar la vuelta a la situación. El presidente de la CEG no demuestra talante, capacidad de diálogo e incluso parece que hay distancias ya con personas que eran de su confianza, como Fontenla", afirma Cebreiros, que pide a Arias que sea "el presidente de una organización plural, de muchos territorios y muchas sensibilidades".