El grupo vigués Tesol Group presentó ayer ante los representantes de los mayores astilleros gallegos los nuevos prototipos de autómatas que desarrolla para realizar las actividades de soldadura. El sector sigue el camino ya avanzado por la automoción y apuesta por la automatización con un objetivo claro: que el sector sea más productivo y que gane la competitividad necesaria para que no decaiga el ritmo de adjudicación de nuevos contratos.
A pesar de la feroz competencia que llega de los astilleros extranjeros, la industria naval pontevedresa engorda su cartera de pedidos, en una recuperación que mete una marcha más en el ritmo de actividad de los soldadores, los responsables de que la embarcación permanezca compacta cuando atraviesa las aguas del océano. "Con estos autómatas podemos llegar a reducir entre un 25 y un 30% los costes asociados a esta actividad manteniendo los niveles de calidad", recalca Fernando Couñago, presidente de Tesol Group. De su laboratorio de I+D situado en Bouzas salen prototipos como el autómata de doble antorcha capaz de superar pendientes de 50 grados con un motor que permite realizar el desplazamiento de forma automática.
Mediante estos dispositivos, vaticina, el sector logrará mejora de la eficiencia por tres frentes: una reducción de los tiempos, un descenso en los costes laborales y una menor necesidad de rectificados. Y es que la presencia de autómatas permite llevar a cabo las tareas con una mayor precisión y reduciendo la separación entre las piezas unidas hasta casi la mitad. Además, se reduce la posibilidad de que se produzcan problemas de porosidad o de sobrecalentamiento de las estructuras. "Además hay un ahorro en material de aporte y en los tiempos, porque se reduce la necesidad de tener que hacer rectificados", resaltó Couñago.
La otra vía de reducción de gastos se da por la vía de los costes laborales, ante el aumento de la productividad. Esta situación, además, permite dar respuesta a uno de los mayores problemas a los que se enfrenta un sector que vuelve con las manos vacías cada vez que acude al mercado laboral en busca de trabajadores.
"Una parte significativa de los mejores profesionales que había en Galicia están ahora prejubilados o jubilados. Y de los que siguen en activo, muchos se han ido a países como Holanda o Escocia para trabajar en la instalación de torres eólicas marinas", explicó el presidente de Tesol, Fernando Couñago.
Según resaltan desde la empresa, actualmente es necesario dedicar al menos un año a la formación de los nuevos soldadores en la empresa para que alcancen el grado de cualificación necesario para desempeñar su actividad. Sin embargo, al trabajar con autómatas los plazos se pueden acortar hasta una décima parte y los trabajadores sin formación ni experiencia previa lograrán estar capacitados en apenas un mes.
Tres décadas de historia
El grupo vigués Tesol Group acumula ya más de 30 años de experiencia en el mundo de la soldadura, nutre a industrias como la naval o de la automoción y desde entonces su presencia global no ha dejado de crecer. De su matriz, penden otras tres filiales. Se trata de Special Welding, especializada en suministros de soldadura no convencionales, Tesol Gases, que aporta productos de gas para corte y soldadura, y FormaVigo.
Esta última es una academia en la que se forman a los soldadores del futuro. Su trabajo no pasa desapercibido y, como recogió FARO en exclusiva, ha sido seleccionado como el centro de formación para los operarios que se encargan de la instalación de un mastodóntico gasoducto de 1.090 kilómetros de longitud que conectará Rusia con Turquía a través del Mar Negro. El proyecto, encargado por orden expresa del presidente ruso Vladimir Putin, persigue evitar posibles cortes de suministro por parte de Ucrania.
