Ángel de la Fuente, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), aportó ayer la siguiente cuenta para ejemplificar cuál puede ser, durante los próximos veinte años, el impacto del procedimiento vigente de revalorización de las pensiones para la capacidad adquisitiva de los jubilados: la pensión de quien en 2015 cobraba 16.000 euros se convertirá en 12.000 euros en términos reales en el horizonte de 2035. Esto es, en dos décadas el desgaste del poder de compra de los pensionistas puede ser del 25%.

De la Fuente expuso ayer en Oviedo, a propósito de los efectos de las últimas reformas, que existe "el riesgo grave de deterioro de las pensiones a lo largo de la vida del jubilado". Será como consecuencia del hecho de que, con arreglo al mecanismo de revalorización que desde 2014 sustituyó a la subida según el IPC, las prestaciones "van a permanecer cuasi congeladas durante un largo período de tiempo", señaló Ángel de la Fuente.

La inflación negativa permitió que durante los últimos años el poder adquisitivo de los pensionistas no se resintiera de forma severa. "A los pensionistas les ha ido relativamente bien durante la crisis", dijo el director de Fedea a los periodistas. Y pronóstico que a medida que la inflación recupere niveles normales los jubilados verán mermada su renta en términos reales, "algo difícil de sostener en términos políticos". Pero según De la Fuente no es económicamente viable volver a la situación anterior a las reformas de 2011 y 2013. "Puede haber margen para retoques, pero no para derogar las reformas como piden algunos populistas", dijo.