Los años de dura crisis devolvieron al sector exterior la parte del protagonismo que perdieron mientras la demanda interna fue lo suficientemente fuerte como para sostener la economía. Llegó la fiebre de la internacionalización. De reforzar las ventas al exterior para repartir los huevos en cestas diferentes y aprender a diversificar, una de las principales enseñanzas que dejó la doble recesión. Pero también a la inversa, la obsesión por ser destino del capital foráneo para compensar la debilidad de la inversión doméstica, muy afectada por la falta de financiación. Galicia ha estado siempre entre las posiciones discretas a la hora de atraer recursos de otros países. En 2016, la inversión extranjera ascendió a 118 millones de euros, un 37,6% más que el ejercicio anterior, pero apenas el 0,5% del total que llegó al país. De ahí que sea una de las regiones con menor peso de empresas foráneas, pese a que desde 2008 su número se incrementó un 124%.
En Galicia hay 231 compañías que tienen su matriz fuera de España, según el último balance que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE), con los datos del cierre de 2015. En los últimos siete años se crearon 128 sociedades. En 2008 había 103. El aumento en el último año analizado es del 12%.
En comparación con el global de empresas operativas en Galicia, las filiales únicamente representan el 0,19%. En el conjunto del Estado -más de 12.300 firmas- alcanzan el 0,6%. La comunidad se sitúa en los puestos de cola. Solo Extremadura y Murcia acumulan un peso menor de las compañías con fondos de otros países en sus economías, un 0,13% y un 0,17%, respectivamente. Cantabria y Asturias se mueven alrededor del mismo porcentaje que Galicia, mientras que en Madrid se dispara al 1,51% (5.023 empresas) y al 1,02% en Cataluña (3.886). País Vasco (0,53%) y Navarra (0,47%) están justo por debajo de la media nacional.
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Estas cifras generales podrían dar a engaño sobre la verdadera repercusión que las empresas extranjeras tienen en Galicia. Su cifra de negocios en 2015 superó los 9.700 millones de euros. O, lo que es lo mismo, suman doce de cada cien euros de toda la facturación de las compañías asentadas en la comunidad. La participación en el negocio es, por tanto, 60 veces mayor que su representatividad en número, gracias a las dimensiones de alguna de ellas, sobre todo el grupo PSA en Vigo.
El valor de la producción de las firmas creadas por capital foráneo alcanzó los 9.068 millones de euros, con casi 7.300 millones en encargos para otras empresas y cerca de 1.000 en servicios exteriores. La inversión bruta se situó en 141 millones. Los ingresos de explotación rozaron los 1.000 millones y unos 9.600 millones los gastos, incluidos los 885 millones en nóminas para los 21.590 trabajadores que tenían contratados. Algo más de una cuarta parte de sus ventas van fuera.
El negocio se mantiene al alza, con un avance del 2% respecto a 2008, mientras que la ocupación cayó en cinco puntos: 1.200 empleados menos.
Aunque no hay datos para las comunidades, el INE sí detalla el reparto nacional por sectores. Muy ilustrativo del perfil de las filiales extranjeras. Aunque los servicios son el sector mayoritario (41%), seguido de una de sus actividades, el comercio (34%) y la industria ocupa el último lugar (24%), es esta última la que absorbe prácticamente la mitad de toda la cifra de negocios. Destaca, como ocurre en Galicia con el grupo PSA, el segmento de actividad del transporte (14% del negocio) y las industrias extractivas y energía (12,2%).
