Galicia nunca ha sido un territorio caracterizado por un peso relevante de la población extranjera. En 2012, cuando alcanzaron su máximo histórico, eran 112.000 residentes, apenas el 4% de todos los habitantes de la autonomía. Así que tampoco su peso en el mercado laboral llegó a los niveles de otras comunidades como Madrid o las ubicadas en la zona de Levante y el sur. Pero también aquí se notó el retorno de muchos de ellos a su lugar de origen o hacia otros países con mayor resistencia que España al fortísimo impacto de la crisis en el empleo. A finales de 2014, el número de foráneos afiliados a la Seguridad Social en Galicia cayó hasta solo 28.700. Con la recuperación de la actividad y la creación de empleo, los cotizantes en el colectivo vuelven a aumentar y a estas alturas rondan los 33.000, el máximo de los últimos seis ejercicios, gracias al tirón de la hostelería.
En el último año, la ocupación de extranjeros en la región creció por encima del 6%, prácticamente lo mismo que en el conjunto del Estado. Algo inédito desde la etapa de bonanza. En agosto eran 21.100 los incluidos en el régimen general y 6.000 autónomos, a los que hay que añadir -en este caso, con datos actualizados hasta julio- los alrededor de 3.100 que cotizan por el régimen especial del Hogar y 1.300 en el Agrario, según la información recopilada por Empleo y por el Instituto Galego de Estatística (IGE).
"Es cierto que en nuestro día a día, en la acción sindical cotidiana, notamos una presencia fuerte otra vez, sobre todo en el sector hostelero y el de los servicios a personas", confirma Maica Bouza, secretaria de Emprego e Previsión Social de CCOO en Galicia.
Así es. Casi una cuarta parte de los extranjeros en alta laboral son trabajadores en negocios de restauración. Unos 7.200, de los que 6.008 están contratados por cuenta ajena y 1.200 son autónomos. La evolución del colectivo en el sector es espectacular. Entre agosto de 2014 y este 2017, el crecimiento alcanza el 42%. Prácticamente uno de cada diez empleados en la hostelería gallega actualmente es foráneo.
En comercio y reparación de vehículos están cerca de 5.000, tras un ascenso del 10% desde el mínimo registrado en 2014. Entre los afiliados para asistencia en el hogar, la tendencia es la contraria: un notable descenso cercano al 20%, hasta los 3.100. La industria manufacturera suma 2.970, un 17% por encima de las cifras de hace tres años. En la construcción, una actividad tradicionalmente habitual para los extranjeros, alcanza los 2.700 cotizantes de otra nacionalidad después de aumentar un 7,7% con el empuje, poco a poco, de la recuperación de la actividad.
Las otras dos subidas más significativas están entre las empresas auxiliares, que actúan para otras compañías -desde servicios administrativos, a limpieza, pasando por jardinería-, donde el alza es del 43%, hasta alrededor de 1.600; y en actividades sanitarias y servicios sociales, un 23% más, con 1.200 extranjeros empleados.
De entre las procedencias más comunes entre los trabajadores extranjeros en Galicia, destacan los aumentos del 24% de las afiliaciones de rumanos (3.084), 18% entre marroquíes (1.830), un 35% en venezolanos (1.131) y el 33% en los llegados de Italia (1.358). Portugal lidera el ranking. Sus cotizantes en la comunidad ascienden a 7.272, un 3% más que hace un año y un 6% por encima de 2014. La ocupación de ciudadanos lusos retoma el crecimiento después de estar tres años estancada en los 6.400 por el freno de los flujos migratorios hacia Galicia ante el despegue económico del norte del país vecino.
