La imperturbable memoria de Adriano Marques de Magallanes recuerda cada detalle de "primer gran revés" con el que nació la textil Partenón. Un fallido encargo de 35.000 delantales de plástico. Estaban listos ya 1.500 "y nos dijeron que no eran necesarios". "Tuvo un contenido muy didáctico", asegura el empresario vigués, convencido, a sus 92 años, "de que el triunfo, la grandeza, no existen sin problemas".

Aquel negocio forjado a bordo de un 600 en busca de lo último en tejidos sintéticos es hoy un grupo de referencia "en toda Europa" en confección de uniformes para la Guardia Civil, Policía Nacional "y el 85%" de los cuerpos de seguridad urbanos. "Hemos perdido operaciones, algunas importantes, por no jugar con los precios ni la materia prima", reveló ayer Marques de Magallanes durante un café-coloquio organizado por el Círculo de Empresarios de Galicia.

Político, humanista, fundador de la Escuela de Bellas Artes de Pontevedra con "la perseverancia" que tanto empapa su trayectoria para enfrentarse al mismísimo Pío Cabanillas para sacar adelante el centro, su gran éxito, confiesa, es "la familia". Su mujer, Rita Regojo, fallecida en 2011, "todo" para él, dijo emocionado. Y sus cinco hijos, con Alejandro ahora al timón de Partenón tras "seis años aguantándome" y una calificación "de matrícula".

"¿Cual es el secreto?", le preguntó su cuñado, Pedro Regojo, en la charla. "Levantarme todas las mañanas con la misma ilusión de entonces", receta. "¿Secreto? No creo en secretos. No te puedo ayudar. Si lo hubiera, eso cuesta dinero".