La economía gallega está a punto de alcanzar los niveles de PIB previos a la crisis, este año, a principios del que viene o incluso este mes, como indicó ayer el director del Foro económico de Galicia, Santiago Lago. Pero esta entidad también ve sombras en esta "senda expansiva" que supera "ligeramente" a la estatal: por un lado esa recuperación "fuerte" macroeconómica (3%) no se trasladó al mismo ritmo al mercado de trabajo (2%) y además pivota sobre el sector exportador, pero en cambio "la demanda interna, el consumo de las familias y sobre todo el consumo de las administraciones públicas no está siendo tan expansivo como el resto de España".

Lo advierte Lago, quien enfatiza que el gasto de las administraciones registra tasas negativas en términos interanuales (-0.9%) pese a que cree que "necesitamos sobre todo en lo público todo lo que pueda ayudar a recuperar el terreno perdido durante la crisis". Así lo afirmó ayer al presentar el III Informe de Coyuntura Económica del año del Foro, coordinado por Fernando González Laxe. Este también recalcó la relevancia del sector público y dijo que "llama poderosísimamente la atención el dato negativo de la inversión pública" en Galicia cuando en España crece un 1,3%, aunque Lago lo achaca a una tasa de ejecución inferior a la prevista. Para Laxe, las administraciones están "comportándose como si estuviésemos en crisis". De mantenerse esa tónica, avisó, crecimiento de la economía gallega "se puede ver menoscabado". "Si disminuye el consumo privado y también la inversión pública, es evidente que la economía pega un frenazo", añadió, por lo que instó a reflexionar.

Sobre el consumo familiar se pronunció Lago y lo relacionó con otra de las "sombras" del informe: que el crecimiento del empleo (2%) no va al mismo ritmo que el PIB (3%). De hecho, augura que las cifras de empleo previa a la crisis "seguramente no las veamos en esta década". Como mucho, dice, para 2019. Ese tema lo vinculó al consumo de las familias, otro de los componentes de la demanda interna, que sufre una "acusada ralentización", y a su juicio "quizás nos esté dando señales de que la menor calidad del empleo, la caída de salarios generalizada"... "puede estar afectando al consumo". Por ello advirtió de que cronificar la precariedad y la inestabilidad, que pudo parecer "algo transitorio" durante la crisis, conlleva unos costes "extraordinarios para la sociedad" -demográficos, en el consumo "y en la propia estabilidad política de un país"- por lo que abogó por buscar "grandes acuerdos sociales".