El astillero Construcciones Navales del Norte (comúnmente conocido como La Naval de Sestao) pasó tres años en blanco. Entre 2011 y 2013 no firmó ningún nuevo contrato, según los registros de Gernaval (organismo integrado ahora en el Ministerio de Economía). Subsistió con la construcción de dos buques multipropósito, el EDT Jane y el EDT Hércules, para una armadora chipriota. La Naval mató la sequía con el encargo de un ferry para la neerlandesa TESO, de 135 metros de eslora, capacidad para 1.750 pasajeros, 340 vehículos y de nombre Texelstroom. Llegaron tres pedidos más en 2015, y un cuarto al año siguiente (un ferry para Balearia). El astillero disparó sus ingresos, pero multiplicó por cinco las pérdidas. Acaba de solicitar el concurso de acreedores con una deuda financiera de 140 millones de euros. La discordancia entre el incremento de la carga de trabajo y los números rojos dirigen el foco sobre los gestores, como anotó ayer el lehendakari, Íñigo Urkullu, quien confía en la supervivencia de un astillero fundado en 1909 con la entrada de posibles accionistas.

"El proyecto puede ser competitivo si se gestiona de manera eficiente", dijo en declaraciones a Cadena Ser Euskadi. "No es función del Gobierno la manera de gestionar una empresa privada. Con 140 millones de deuda hablar de inyectar dinero público no es propio", zanjó. A cierre de 2016, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, La Naval de Sestao contaba con una plantilla de 212 trabajadores directos, menos de la mitad (422) con los que contaba antes de la doble recesión española, en 2008. Urkullu aseguró que se pondrán a disposición de la empresa con un "acompañamiento permanente" del Ejecutivo vasco.

"Gestión pésima"

"En momentos peores hemos sobrevivido y ahora que tendríamos que estar boyantes, con carga de trabajo, nos encontramos con que la gestión ha sido tan pésima que estamos en concurso de acreedores", declaró el delegado de UGT en el comité de empresa, Txema Belón, al diario vasco El Correo. "No puede ser que con carga de trabajo hayamos perdido todo el capital que teníamos, que era cercano a los 60 millones de euros". Belón cifra entre "30 y 40 empresas" las auxiliares que dependen directamente del centenario astillero vasco, y que afrontarán "graves dificultades" durante el periodo concursal. La crisis del naval, que no había aterrizado en País Vasco, se cobró industrias como MCíes, Factoría Naval de Marín, Factorías Juliana, Unión Naval de Valencia, Astilleros de Sevilla, Astilleros de Huelva o Unión Naval de Barcelona, además de cientos de empresas auxiliares.

El contrato para el ferry de TECO, y de los otros tres buques que vinieron después, fue notorio en el balance económico de la compañía. La facturación de La Naval pasó de 14,5 millones en 2014 a algo más de 52 millones al año siguiente; en 2016 triplicó los ingresos por encima de los 146 millones de euros. Pero, y también en el último ejercicio, las pérdidas se dispararon y multiplicaron por cinco, con números rojos que rozaron los 80 millones y patrimonio negativo de otros 48. Es una situación de insolvencia que trató de solventar con una ampliación de capital que, de momento, no se ha producido (el plazo de suscripción expira el 7 de octubre).

En el sector apuntan a una dinámica de facturación por debajo de los costes de producción, aspecto que también reflejan las cuentas. El año pasado La Naval gastó más de lo que ingresó solo en costes de explotación, estrategia que le habría servido para lograr los nuevos contratos, pero sin revertir las pérdidas.

¿Y la deuda? Lo mismo. El pasivo no corriente (es el que vence a largo plazo, pero del que hay que abonar los intereses) pasó de 470.000 euros a 36,2 millones en el último ejercicio, de acuerdo al registro mercantil. La deuda con acreedores comerciales se disparó de 58 a 144 millones, y el pasivo a corto plazo pasó de 46 a 117 millones. Ahora será un administrador concursal quien deba pilotar la empresa para evitar su liquidación.