Teresa Quirós Álvarez, economista, casada y con dos hijos, es la directora financiera (CFO) de Red Eléctrica de España y por ello una de las mujeres con responsabilidades más altas dentro de las compañías del Ibex 35. Esa posición la ha llevado a ser incluida en la lista de las Top 100 mujeres líderes en España.

-¿Qué le vino a la cabeza al ser incluida entre las cien mujeres más influyentes del país?

-Da un poco de pudor y es un honor al mismo tiempo. Creo que las mujeres que llegan a un grado profesional de cierta relevancia siempre es con esfuerzo, sea en el mundo de la empresa, de la investigación o de los emprendedores. Y superando el pudor, me parecía bueno dar una imagen de que las mujeres no tienen por qué tener ningún límite.

-Ha llegado a su posición en un sector muy masculinizado como el de la energía. ¿Se les exige a las mujeres demostrar más que a los hombres en un entorno así?

-En general lo que dice es una realidad, pero hablo de mi caso en Red Eléctrica. Para llegar en cualquier compañía a una posición relevante hace falta trabajo, esfuerzo y dedicación, y eso es bastante común en Red Eléctrica, donde la gente se siente muy comprometida con la compañía. Nunca he percibido que la empresa me pusiera un coto, un límite por ser mujer o dejarlo de ser. Siempre he percibido a mi alrededor que se valoraba el esfuerzo.

-Usted lleva muchos años dirigiendo equipos. Se suele decir que el estilo de gestión femenino es singular, más empático?

-Cada directivo depende de cómo sea como persona, con independencia de que sea hombre o mujer. Pero es verdad que detecto en las mujeres con las que he podido tener un trato más cercano que, normalmente y digamos que quizá desafortunadamente, son multitarea. Una mujer que tiene su vida profesional también se ocupa de su casa. Hay, por tanto, una multiocupación que hace que en la dirección de los equipos sea más permeable, más empática.

-¿Los límites al desarrollo profesional de la mujer están más en el hogar que en la empresa?

-Hay que hacer mucho trabajo en educación y en hábito social. Pero también tiene que ver con uno mismo, porque yo lo he sentido. Muchas veces a las propias mujeres nos cuesta ceder y compartir, comprender que una no tiene por qué ocuparse de todo. Es un tema cultural y de hábitos. Y lo digo yo, que en mi casa jamás mis padres me pusieron límites. De hecho cuando alguien me preguntaba si yo por ser mujer tenía algún problema, me extrañaba, pensaba: "por qué me dice eso".

- La legislación sobre igualdad está lejos de alcanzar el objetivo de una presencia equilibrada de hombres y mujeres en los consejos de administración. ¿Qué falla?

-Noto un cierto esfuerzo por paliar esto. Y le digo por qué. Una de las razones por las que fui designada en la lista de las cien mujeres más influyentes fue porque a través de una colaboración de CEOE, la embajada de Noruega y ESADE se hizo un programa de promoción de directivas (Promociona). A partir de ahí comencé a colaborar en una asociación de profesionales (Eje&con) y a raíz de ello estoy viendo que hay bastantes compañías que están haciendo un esfuerzo por incorporar mujeres. Y digo un esfuerzo porque al final una de las causas por las que hay pocas mujeres en los consejos es porque se busca personas con experiencia y esa, hasta ahora, la tenían los hombres. Hay una tendencia humana a ir a lo fácil y lo fácil es pensar: qué consejeros son reputados, pues entre estos elegimos.

-¿Instaurar el currículum ciego como se está planteando (omitiendo la edad, el sexo, el nombre y la foto en los currículum para los procesos de selección de personal) va en la buena dirección?

-Es una manera de eliminar los prejuicios y además en ambos sentidos, porque no hay que obsesionarse con eso de que tiene que ser una mujer la elegida. No es fácil de gestionar el currículum ciego, pero es un avance en el sentido de que se selecciona a una persona por sus capacidades y experiencia, no por su sexo o por su imagen, que también genera en ocasiones bastante discriminación.

-Usted participó muy directamente en el proceso de privatización y salida a Bolsa de REE. ¿Cómo ha cambiado la cultura de una empresa que nació pública?

-Red Eléctrica se creó partiendo de cero en 1985. Una de las personas más impulsoras de la empresa fue su primera presidenta, Paulina Beato. Yo me incorporé a la compañía procedente del sector papelero, y me encontré con un grupo muy dinámico donde la eficiencia ha sido parte de nuestra forma de ser, buen servicio y eficiencia para todos los procesos. Pero es verdad que la compañía era endogámica con el sector eléctrico y con el sector público y que primaba el concepto de operador del sistema, de servicio al sistema eléctrico. Con la salida a Bolsa se percibieron las perspectivas de los accionistas y grupos de interés y se amplió la visión de la empresa. Eso la hizo más rica. La salida a Bolsa no fue la única transformación, porque entre 2002 y 2010 la compañía se multiplicó por cuatro gracias a la adquisición de activos de transporte de las eléctricas. Adicionalmente, comenzamos a salir al exterior. Hemos cambiado bastante.