El crecimiento de la economía española se ha embalado en los últimos años, pero la pregunta clave a estas alturas del recorrido es si seguirá haciéndolo con la misma velocidad cuando el motor deje de estar trucado, cuando el Banco Central Europeo (BCE) eche el freno a las compras masivas de deuda con las que combatió la recesión y se vuelva a circular por las carreteras de la política monetaria convencional.

De momento, el motor seguirá carburando igual hasta final de año. A principios de mes, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, dejó caer la posibilidad de levantar el pie del acelerador y de seguir la trazada de la Reserva Federal, que ha virado hacia la normalidad monetaria encadenando subidas de los tipos de interés. Draghi solo encendió el intermitente y el euro se disparó, lo que no favorece en nada a las crecientes exportaciones españolas ni a la llegada de turistas de otros continentes.

Retirada en 2018

A la vista de la sobrereacción, Draghi dejó claro la semana pasada que el volante lo lleva él y que no va a tomar decisiones prematuras que pongan en peligro los brotes verdes de la economía continental. No quiere accidentes y por lo tanto no habrá frenazos en este camino hacia la normalización monetaria: se mantiene la compra masiva de deuda e incluso podría revisarla alza en caso de que empeore la coyuntura.

Los analistas dan por hecho que esa medida extraordinaria se va quedar en la caja de herramientas del maletero, para poder utilizarla en caso de emergencia, pero que a partir de 2018, cuando ya apenas queden curvas para la economía europea, comenzará la retirada progresiva de estímulos a la que seguirá una posterior subida de los tipos de interés de referencia en el Viejo Continente.

Las economías que se han acostumbrado al trucaje de la política monetaria renquearán y los efectos serán más profundos en países como España, que se han beneficiado especialmente de los bajos tipos de interés. Las empresas y familias españolas se ahorraron el pasado año 90.000 millones de euros en intereses con respecto a lo que pagaban en el momento álgido de la crisis.

La factura hipotecaria

A los hipotecados hogares españoles no les favorece un cambio de sentido de la política monetaria. Ante el estancamiento de los salarios, un crecimiento de los tipos podría en dificultades a las familias de bajos niveles de ingresos que optaron por créditos hipotecarios a tipo variable.

De ahí el interés del Gobierno del Partido Popular de favorecer la conversión hacia hipotecas de tipo fijo, porque no sólo está en riesgo la estabilidad de esas familias sino también el crecimiento del consumo, que, de frenarse, podría provocar una colisión en cadena en la economía del país.

Además, el déficit público español es de los más elevados de toda la eurozona y en 2016 se situó en el 4,33% del PIB. Sin la compra de deuda y con la subida de tipos de interés se encarecerán las cargas financieras. Y la financiación de las empresas será más costosa ahora que encaran un proceso de expansión con recuperación económica.

A España le interesa, de momento, no salirse de las rodadas de los últimos años, seguir circulando por la política monetaria "no convencional". Otra cosa sería que el fuerte crecimiento de la economía empujase la inflación por encima de los límites de velocidad. Entonces si que habría que tirar de freno de mano.