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Juan Carlos Ureta: "No se puede forzar más a las clases medias, muy vapuleadas"

"El océano de liquidez inyectado por el BCE ha tapado los problemas de Europa; volverán a aflorar cuando baje la marea"

Juan Carlos Ureta. // Marcos Alonso

Juan Carlos Ureta (Bilbao, 1956) preside Renta 4, banco español que está especializado en mercados de capitales y gestión de patrimonios. El pasado viernes habló en Gijón sobre las estrategias de inversión de la entidad: evitar la deuda soberana de los países europeos ante su bajo rendimiento y apostar en Bolsa por empresas que avancen en la sociedad digital, por las pegadas al consumo y por las orientadas a los servicios a la longevidad. En esta entrevista, Ureta añade su visión sobre algunos desafíos de España y de Europa.

-España crece por encima de las expectativas, como acaba de pronosticar la Comisión Europea. ¿Son sólidos los cimientos de esta recuperación?

-A corto plazo, tenemos una inercia de crecimiento sólida. La española es una gran economía en varios sentidos, muy equilibrada sectorialmente, y en estos años se han hecho dos reformas muy buenas: la laboral y la reestructuración del sector bancario. Y hemos tenido vientos de cola: dinero barato y petróleo barato, algo que para una economía endeudada y con gran dependencia energética ha venido muy bien. Dicho todo eso, caer en la complacencia sería un gran error. Seguimos teniendo una gran vulnerabilidad: somos aún enormemente dependientes de la inversión exterior, no hemos logrado generar un flujo de capital propio para financiar nuestros procesos de crecimiento. Esa vulnerabilidad nos expone al riesgo de que se pueda perder la confianza del exterior por lo que sea, por problemas que pueden ser nuestros o de otros. Y esto conecta con otro problema que tenemos: hemos hecho algunas reformas pero hemos dejado de hacer otras.

-¿Por ejemplo?

-Seguimos siendo el país con mayor déficit de Europa...

-Pero los números dicen que no tenemos un problema de exceso de gasto público (41,6% del PIB), que es inferior a la media europea (46,5%).

-No se trata tanto de gastar menos, sino de gastar mejor. En España tenemos problemas muy identificados y uno de ellos es el de las pensiones, políticamente muy incómodo, pero que tenemos que abordar. El modelo público actual, de reparto, es insostenible, y no por factores que dependan de un partido político o de otro, sino por cuestiones como la tasa de natalidad, la longevidad y las tendencias nacionales y globales del mercado de trabajo. No podemos mantener un sistema que camina hacia el horizonte de un cotizante por cada pensionista.

-Las reformas de 2011 y 2013 ya han reducido la generosidad de las pensiones. ¿Qué sugiere entonces?

-Existen modelos de fondos de pensiones y sistemas implantados en países tan dispares como Holanda o algunos de Latinoamérica que funcionan muy bien y que han aliviado mucho la carga pública de las pensiones. Y no sólo es eso; tales sistemas generan un stock de ahorro que es muy necesario. En España, uno de los problemas financieros estructurales es el déficit de ahorro de capital interno, léase fondos de pensiones, fondos de inversión?

-¿Cómo ahorrar para la jubilación cuando la tendencia es y será frenar los salarios?

-Estoy de acuerdo en que no se puede forzar más a la clase media, muy vapuleada, si se me permite la expresión. No se trata de eso. Si se analiza el modelo de pensiones se ve que existe una gran disparidad entre la pensión mínima y la máxima, que es excesiva. No hablamos de comprometer la protección a quien tiene un sueldo pequeño, sino de bajársela a personas que suelen tener sueldos altos y a menudo grandes patrimonios. No hablamos de castigar más a la clase media o media-baja, que con la economía "low cost" va a menos en capacidad de calidad de vida. Se trata de racionalizar y de actuar en la parte alta, no en la más baja.

-¿Hay que reformar más a fondo la Administración?

-Hubo una propuesta del gobierno anterior que se lanzó a bombo y platillo, pero no se alcanzaron los objetivos. Existen solapamientos entre las distintas Administraciones que generan gasto, aunque en términos de déficit público ese no es el mayor problema. Los principales están en las pensiones, en sanidad, en educación y en algo que todavía no es muy importante, por los bajos tipos de interés, pero que si éstos suben lo va a ser: los intereses de la deuda pública. El pasado año se pagaron 30.000 millones y por cada punto que suban los tipos serán 10.000 millones más.

-El nivel de deuda pública es alarmante, según la opinión que predomina entre los expertos.

-Ha pasado de 350.000 millones de euros en 2007 a un millón de millones ahora, del 35% del PIB al 100%. Hemos tenido en estos años al Banco Central Europeo comprando bonos del Tesoro español y bajando los tipos, pero eso no va ser eterno. Creo que la compra de bonos se prorrogará probablemente un semestre más o lo que haga falta, porque los bancos centrales no pueden salir fácilmente de esas políticas, pero el dato de la deuda para España es inquietante, sin duda.

-¿Puede volver la crisis de deuda soberana que puso al euro contra las cuerdas?

-Mientas el BCE tenga en vigor la compra de bonos, y ya digo que creo que lo tendrá en vigor bastante tiempo, esos problemas están relativamente aplacados. Pero si hoy el BCE anunciara que ya no compra bonos, hay pocas dudas de que los problemas de deuda soberana de Europa saldrían al día siguiente. Es evidente que una parte de la baja prima de riesgo española, italiana o francesa responde a una cosa que se llama compras de bonos del Banco Central Europeo.

-Estamos enchufados a una máquina de respiración asistida...

-Es obvio que es así, aunque eso no quita para decir que España se han hecho cosas bien.

-El europeísmo ha superado el hito de las elecciones presidenciales francesas. ¿Traerá soluciones la victoria de Emmanuel Macron?

-Los mercados financieros y la opinión económica dominante suele pasar de un paradigma a otro sin solución de continuidad y de manera efusiva. Cuando Trump iba a llegar a la Casa Blanca todo el mundo decía que sería lo peor de lo peor; de repente llegó y los mercados lo celebran. Ahora tenemos a Macron en Francia. Es muy bueno que no haya ganado Marine Le Pen, porque sus propuestas para Europa eran muy destructivas, pero, sinceramente, creo que Macron tampoco va a resolver todos los problemas. Europa tiene problemas estructurales que vienen de atrás, que han quedado estancados durante la crisis y que están tapados por la inyección de liquidez del banco central. Ese océano de liquidez ha tapado los problemas, pero, como le gustaba decir a un gran inversor, cuando baje la marea es cuando se ve quien está nadando desnudo. La marea todavía está muy alta y no se ven o no se quieren ver los problemas. Los de Francia y de Europa siguen estando ahí y no son sencillos de abordar.

-¿Cómo hacerlo?

-Muchos de los problemas de Europa derivan de lo que se ha repetido tantas veces: hemos creado una unión monetaria sin que haya una unión bancaria, ni económica ni política. Se está avanzando en la unidad bancaria, pero muy poquito. Europa tiene un problema de gobernanza que el banco central, comandado por Draghi, que es un banquero central muy inteligente, ha sabido capear durante una temporada. Pero el mismo Draghi ha dicho que su actuación no es eterna y ahí nos toparemos con que la marea bajará y los problemas aflorarán.

-La desconexión de Reino Unido de la UE trae problemas, pero hay quien dice que también oportunidades para España, que ganará peso en la Europa "post Brexit"...

-Hay cierta oportunidad, pero hay que tomarla. No seamos ingenuos. España es una economía y una sociedad muy atractiva, pero, cuidado, tenemos también temas que corregir. Estamos viendo esto días los asuntos de corrupción. A veces la calidad de las cosas en España...Tenemos que ser más autocríticos.

-¿Cómo afectan los casos de corrupción a la imagen del país ante los inversores?

-España tiene y ha tenido casi siempre una imagen magnífica entre los inversores internacionales, pero lo que ocurre no es bueno. En la balanza pesan más las cosas positivas, pero evidentemente es un tema sobre el que los partidos políticos deberían ponerse las pilas y corregirlo.

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