Estados Unidos es el país más dependiente de las importaciones para abastecerse de productos del mar. Su capacidad pesquera apenas ha variado desde 1990 (sus barcos faenan, como entonces, cinco millones de toneladas al año), pero gasta tres veces más que entonces en ir de compras al extranjero (el año pasado la factura fue de 16.000 millones de dólares). Aún así el presidente Donald Trump considera que toda la industria manufacturera local ha de ser reforzada para competir con garantías en el mercado y para ello ha firmado una orden que dificultará la entrada de actores foráneos que ofrezcan productos que ya se elaboran en territorio norteamericano. Así lo interpreta la patronal de productores de langostino (American Shrimp Processors Association, ASPA): "Cualquier laguna legal que beneficie a los productores extranjeros debe cerrarse", dice su presidente, David Veal. Precisamente el negocio del langostino es la gran apuesta de la industria de Vigo para irrumpir en el mercado de EE UU.

La ASPA es una organización que agrupa a empresas de Texas, Louisiana, Mississippi, Alabama y Florida. La producción local de langostino apenas supera las 150.000 toneladas al año, mientras que la importación de este producto supera ya las 600.000, sobre todo de India, Indonesia, Ecuador, Tailandia y Vietnam. La industria de capital gallego que trabaja este producto con destino también a EE UU lo hace desde varios países de Centroamérica, Perú y Argentina. Los expertos no hablan de ningún rescate de industrias al estilo de la automoción, pero sí advierten de que la orden de Trump ( Buy American, Hire American, que significa "compra americano, contrata americano") complique la entrada de nuevos actores al país con trabas arancelarias que dificulten su competitividad.

Ayer mismo el presidente americano reactivó una ley de 1962 que le permitirá restringir las importaciones, aunque en este caso se centrará en el acero chino. En concreto, Trump ha solicitado una investigación para determinar si las siderúrgicas extranjeras amenazan la seguridad nacional. Las siderúrgicas norteamericanas respondieron con grandes subidas en Bolsa.