La industria gallega de elaborados de productos del mar es cada vez más competitiva en comercio exterior. Las ventas fuera de España alcanzaron el año pasado un valor de 1.870 millones de euros, nuevo récord histórico y un 9% por encima del ejercicio anterior, sobre todo gracias al tirón del consumo europeo y a países como Estados Unidos o Cuba, con crecimientos del 25 y el 50%, respectivamente. Si se extrapolan estos datos a los que arrojan los competidores, Galicia sería la décima economía global en exportación de productos de proteína marina por delante de países como Japón, Islandia o Alemania, que cuentan entre sus filas con gigantes de la talla de Maruha Nichiro (la mayor compañía del mundo en el sector) o Icelandic Group (en territorio bávaro operan con fábricas firmas como Nissui, Marine Harvest o Pacific Andes).
Eso sí, la escasez de recursos fuerza a la industria a depender cada vez más de la importación de materias primas y Galicia suma un déficit comercial de 480 millones de euros (compra más de lo que vende, sobre todo producto a elaborar aquí). En 2015 este desfase fue de 343 millones, con lo que el saldo negativo se ha ensanchado en casi un 40%; respecto a 2014 prácticamente se ha duplicado. La estrategia del sector para superar el handicap de la falta de recursos (la flota de bandera española lleva años con las capturas congeladas en el millón) es el crecimiento orgánico (más barcos o factorías de elaborados) o inorgánico (compra de otras empresas), y la mayoría de esta expansión se ejecuta fuera.
Como ejemplo está el aumento de capacidad extractiva de Iberconsa y Videmar en Argentina y Namibia o la de Profand en Marruecos. Las tres compañías trabajan en esos países con filiales o empresas mixtas. Al final, el pescado que capturan y elaboran llega a Galicia como importado. En el último año las exportaciones por volumen de toneladas apenas registraron cambios (+0,7%), mientras que las importaciones aumentaron en más de tres puntos. La industria de Galicia, también en comparación con datos mundiales, ocuparía el mismo décimo puesto en el gasto de pescado importado. El ranking lo encabezan Estados Unidos, Japón y España. En este último caso el saldo comercial es negativo en más de 2.500 millones de euros, tanto por el músculo de la industria transformadora como por el hecho de que sea un país con un elevado consumo de pescado per capita al año.
Los países
Aunque la penetración a mercados altamente dependientes como el norteamericano mejora (+25% de ventas en 2016), la dependencia del europeo es muy grande. De cada cien euros facturados fuera de España, 82 se ingresaron en países del viejo continente; las ventas a los tres países más importadores de pescado del mundo (EE UU, Japón y China) apenas superó el 2,5% del total. La mejora de la economía comunitaria incrementó esta dependencia, además, en dos puntos respecto a 2015. El problema es que la entrada al mercado asiático fue a menos, con un descenso del 35% de las ventas a Japón y de otro 13% a China. La estrategia del coloso amarillo pasa por crecer en caladeros donde no tenía presencia para acceder a nuevas cuotas en el Argentina, Mauritania, Perú o Chile.
