Pescanova SA (conocida como la vieja Pescanova) tratará de arrancar del holding que heredó su negocio un acuerdo que le permita mantenerse como socio de referencia en el accionariado después de la ampliación de capital. Esta operación, tal y como está diseñada, diluirá su parte en Nueva Pescanova a un máximo del 3,6%, frente al 20% que atesora a día de hoy. Y buscará ese objetivo con las espadas afiladas y la amenaza de un pleito millonario contra la multinacional pesquera. La armadura se la aportaron ayer sus accionistas, que en asamblea extraordinaria aprobaron con un 55,17% de los votos el "no" al aumento de capital y el "sí" a los pleitos. "No sé si hay voluntad de negociar otra salida por parte de quien controla y decide en Nueva Pescanova", dijo el consejero saliente Fernando Herce preguntado por FARO por cómo piensan evitar la dilución ante la inminente recapitalización de los créditos. "Esa pregunta es para Nueva Pescanova", zanjó. Los consejeros que propusieron esta vía, que puede acarrear unas costas judiciales por un mínimo de 1,2 millones de euros -los cálculos son suyos-, dimitieron al final del cónclave de Redondela.

Serán cuatro letrados (tres vascos y un riojano) los que deberán evaluar si la antigua matriz, con activos líquidos de apenas dos millones de euros, está en disposición de pelear en los tribunales contra una multinacional con una tesorería de 46 millones y siete bancos (CaixaBank, Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, BBVA y UBI) que valen cerca de 100.000 millones de euros en Bolsa. A juicio de las declaraciones de Herce, portavoz en el consejo de la sociedad Iberfomento, la vieja Pescanova ha querido provocar un paso adelante de la pesquera y no tanto prepararse para pleitear. "Está claro que, si en vez de el 3,6% les ofrecen el 9%, se dan por satisfechos", interpretaba al término de la junta un accionista crítico con los ya exconsejeros. Otro de ellos, César Real (ex alto cargo en Pescanova con Manuel Fernández de Sousa), apuntaló con su intervención esta tesis.

Los dos bandos

"No me opongo a la ampliación, pero sí a ésta", dijo antes de las votaciones. Real fue consejero durante solo cinco meses, y renunció al cargo al mismo tiempo que César Mata, secretario del consejo también con Sousa. "Nueva Pescanova nos amenaza con el diluvio universal si no se hace, pero no hace falta. No necesitan tesorería y con la refinanciación no generan caja. Nos quieren expropiar el 9% de la participación", denunció, ya que, según sus cálculos a la vieja Pescanova le correspondería un 10,6% del capital en la multinacional pesquera tras la operación.

El resto de las personas que intervinieron en la asamblea general en favor del consejo lo hicieron para interesarse por la cotización de sus acciones, que llevan cuatro años suspendidas, pero no para discutir la conveniencia de la ampliación o la judicialización de sus relaciones con Nueva Pescanova. La posibilidad de volver al mercado, como indicaron tanto Herce como Alejandro Legarda (dimitido), está "madura", y es el clavo al que se agarran los propietarios de acciones. En el llamado mercado opaco, donde se pueden transaccionar títulos aunque éstos no coticen, se están pagando a tres céntimos. "Eso es lo que se paga porque es lo que vale", resumía ayer un gestor de operaciones en Bolsa. El fondo Broadbill, máximo accionista de la antigua matriz y estandarte de los críticos, pagó la participación que tenía Damm (7,8%) a entre dos y cuatro céntimos la acción.

El portavoz de este fondo de Nueva York, Luis Martín, fue designado ayer consejero dominical al contar a su favor con las acciones de Fernández de Sousa. Será el único de los nuevos consejeros que vote a favor de la capitalización de Nueva Pescanova y en contra de la vía judicial. "La nulidad del crédito supersenior [contra el que quiere pleitear la antigua matriz] llevaría a la liquidación" de la multinacional pesquera, y "nuestros títulos valdrían cero", expuso a los asistentes. Martín se preguntó con qué fondos cuenta la vieja Pescanova para emprender las acciones legales, que en todo caso, concluyó, "tardarán años en resolverse". "Veremos cuál es la decisión de un juez", respondió al término Fernando Herce. "Si un tribunal dice que el supersenior es de dudosa legalidad, será mejor para Nueva Pescanova porque tendrá 300 millones menos de deuda; si dice que se hizo un deterioro de los activos sin justificación, también habremos mejorado la situación patrimonial de esa compañía".

¿Contra qué pleitear?

Son dos las decisiones que pretende revertir Pescanova SA, con cuya anulación aseguran que no haría falta ampliar capital y, en consecuencia, mantendrían su 20% actual en el accionariado. La primera es la activación del supersenior, un crédito de 125 millones que conllevó un sobrecoste de 300 millones. Fue el mecanismo con el que se convenció a los acreedores para salvar las diez filiales españolas en concurso en 2015 porque rebajó la quita de 1.860 a 1.560 millones. La segunda es un deterioro de 151 millones aplicado sobre las cuentas de Nueva Pescanova, que según su vieja matriz "no tienen justificación ni resultan coherentes". Para la multinacional que preside Jacobo González-Robatto es indispensable la ampliación de capital de 350 millones para rebajar el volumen de deuda y garantizar la continuidad de la empresa. Se aprobará en junta después de Semana Santa después de haber sido validada por el Mercantil de Pontevedra (sin alegaciones, tampoco de la vieja Pescanova) y el consejo (donde los dos miembros de Pescanova SA se abstuvieron).

La junta contó con la asistencia presencial de 74 personas al multiusos de A Xunqueira y un quorum total del 51,7%. El único momento de fricción se produjo cuando Legarda acusó al fondo Broadbill de "especulador". "Es una forma muy honrada de ganarse la vida, pero nos proponen especular a nosotros con un dinero que no es nuestro", terminó. A cierre de esta edición Pescanova SA no había remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el resultado de la asamblea, a lo que está obligada como compañía cotizada.