José Manuel Fernández Alvariño asegura que abandonó la presidencia de la patronal gallega con la convicción de que era "quien desunía". "Me equivoqué", lamenta. El empresario vigués defiende la necesidad de la CEG, "indispensable para el empresariado y la sociedad civil", pero invoca a la "responsabilidad" de todos sus predecesores para "salvarla de la desaparición". Alvariño convocará "en días" a Álvaro Rodríguez Erias, Emilio Pérez Nieto, Antonio Fontenla y Antonio Dieter Moure (José Pablo Rodríguez-Martiñán y Antonio Ramilo fallecieron) para buscar una solución para la CEG.

- Entonces toma la iniciativa...

- Pues sí, creo que es mi responsabilidad. Voy a llamar a los cuatro expresidentes para reconducir la situación. Quiero que nos sentemos, dialoguemos y marquemos un rumbo ante la situación de quiebra total y desprestigio de la Confederación de Empresarios de Galicia.

- ¿Qué papel juega aquí Antón Arias, actual presidente?

- Yo no discuto la legalidad de su cargo. Es legal, porque ganó las elecciones. Pero sí cuestiono totalmente su legitimidad, que perdió después de haber roto un pacto de los presidentes provinciales. Será legal, pero legítimo no es.

- ¿Cuál es el objetivo último? Mejor dicho, ¿la presencia de Antón Arias en la CEG es compatible con su aspiración?

- Ahora mismo no me atrevo a avanzar qué conclusiones podemos alcanzar los expresidentes. Pero sí, veo difícil la continuidad de Arias. Pero esa no es mi pretensión ahora. Yo quiero hablar con los expresidentes para impedir que la CEG se muera. Tenemos que debatir con total libertad porque no somos un órgano colegiado.

- ¿Cree que tiene legitimidad?

- Tengo la legitimidad de ser expresidente y miembro de la junta directiva, sí. Pero este paso que quiero dar es como expresidente, creo que tengo esa responsabilidad por la CEG. ¿Nos sentamos? ¿Debatimos? ¿Hablamos? Eso es lo que quiero plantearles en la mesa a los demás. ¿Hacemos algo para ver de qué forma salimos de ésta? Después hablaríamos con miembros del consejo asesor, pero después.

- ¿Y si no va ninguno?

- Yo habré dado por cumplida mi misión, pero no creo que pase eso. Me estoy mojando y no quiero quedarme callado, pero ante la decisión de Pontevedra estaría cometiendo un delito de omisión del deber de socorro, que es uno de los peores.

- ¿Tiende la mano a Fontenla? Es el que estaba en la comida de Lugo, la del famoso pacto que se rompió después.

- Pero no llamo a Antonio Fontenla como presidente de la patronal de A Coruña, sino como expresidente de la de Galicia. ¿Que no viene? Es su problema, no el mío. Apelo también a su responsabilidad porque no pretendo intervenir, sino buscar una solución.