El presidente de la patronal empresarial gallega (CEG), Antón Arias Díaz-Eimil, daba la impresión de tener sus palabras en la nevera para mantener la diplomacia con sus críticos. Decidió no responder al plante de la confederación de Pontevedra (CEP) y se había comprometido a "reflexionar" sobre los motivos de ésta para darse de baja temporalmente de la organización que lidera desde hace mes y medio. Pero ayer la tregua se acabó y las disputas con Jorge Cebreiros terminaron de incendiar la CEG. Arias acusó a su homólogo en Pontevedra de ambicionar su puesto con una campaña de "acoso y derribo"; Cebreiros se plantea proponer a la asamblea (se reunirá el 30 de marzo) que la salida de esta CEG sea "definitiva". "Nos condena a eso".

El caos surgió a raíz del comité ejecutivo extraordinario celebrado ayer y al que, como estaba anunciado, no asistieron los dos vocales de la CEP. El debate interno se enquistó en el pacto vulnerado por A Coruña, las elecciones y el modo en el que Arias accedió a la presidencia el 27 de enero. Al término de la reunión explotó contra el comportamiento "antidemocrático, extemporáneo y desleal" de Cebreiros, de quien dijo que ha tratado de "ganar tiempo para poder presentar candidatura" y por eso se opone a su mandato. Cosechó desde Vigo una reacción con la misma virulencia que sus palabras. "Es un absurdo, una excusa burda", replicó Cebreiros, para quien las declaraciones de Arias demuestran su incapacidad para reflexionar ante un problema".

De la CEP surgió el pacto que el patrón de A Coruña, Antonio Fontenla, ignoraría después con la presentación de Arias como candidato, aunque es algo que este último niega hasta la extenuación. En la patronal de Pontevedra querían una disculpa de Fontenla, a quien consideran el jefe de una CEG escorada al norte y despreocupada de los problemas del sur. "Podía haber dado el paso desde mayo, pero no quise ni quiero", apuntó Cebreiros sobre su presunta ambición para comandar la CEG. "¿Quién es el que ha manipulado siempre aquí? Uno que estuvo 12 años mandando, que se opuso a José Manuel Fernández Alvariño y acabó con Antonio Dieter a los nueve meses. Alguien como Fontenla, con mucha más ambición".

En Pontevedra la decisión de causar baja temporalmente fue unánime de su comité ejecutivo, no de Cebreiros, que se traduce únicamente en la no asistencia de sus vocales a la junta directiva (Arias no ha convocado ninguna de momento) y el comité ejecutivo. Para el coruñés esta incomparecencia es una "dejación de funciones" que, si tiene "persistencia" en el tiempo, puede tener mayores consecuencias. "Los cargos de vocales los nombra la CEP, en este caso, pero puede que ese nombramiento se derogue", advierte en alusión al propio Cebreiros y a Javier Touza. "Quien pierde es el empresariado de Pontevedra", zanja. Ni la baja temporal ni la derogación de nombramientos figuran en los estatutos, que sí recogen la salida "voluntaria y forzosa", ambas de carácter definitivo.

Quien sí asistió al comité ejecutivo -para malestar de algunos de sus vocales- fue la patronal de Ourense (CEO), con sus tres vocales y el secretario general. Miembros de la junta de José Manuel Pérez Canal se confesaron contrariados por la decisión de acudir - "no podemos seguir ahí"-, máxime después de que Arias siga negando la existencia del pacto entre todas las provinciales. "Está llamando mentiroso a Pérez Canal, tiene que ser él quien se plante", expuso uno de los vocales ourensanos. "Pensábamos que hoy [por ayer] a Santiago solo iría el secretario. Tiene que mojarse de una vez". Antón Arias está convencido de que la CEO permanecerá en la patronal gallega porque, dice, quieren un modelo de confederación que es el que él defiende. Ourense votará su permanencia en la CEG "en días".