El mercado donde a diario se fija el precio de la luz que se consume (aproximadamente el 25% de la factura) es "marginalista". Significa que funciona del siguiente modo: para cada hora de cada día las compañías generadoras y las comercializadoras casan sus ofertas y sus demandas. El precio para cada uno de esos períodos lo marca la oferta de la última central en entrar para cubrir la demanda y por tanto la más cara. Ese precio se aplica después a todos los kilovatios, con independencia de la tecnología de que se trate y por ello de sus costes de producción. Este modelo marginalista, análogo al de otro países y que funciona en España desde 1998, tras la liberalización eléctrica del Gobierno de Aznar, hace que se retribuya de la misma manera el kilovatio producido en la presa hidroeléctrica salmantina de Aldeadávila (inaugurada por Franco en 1964) que el generado en la central de gas de Soto de Ribera, con costes mucho más elevados y en servicio desde 2010.