Los hogares gallegos van camino de meses en los que, cabe presagiar, se resentirá el poder adquisitivo de muchos de ellos, principalmente de los pensionistas y también de los asalariados y autónomos cuyos ingresos no suban más del 2%, el nivel en el que se moverá el aumento de los precios durante 2017, pronostican los expertos. Después de tres años y medio de repliegue, la inflación ha reaparecido en España y en Galicia, donde la variación interanual de los precios fue del 1,6% en diciembre, igual a la media del país (la mayor subida desde 2012). El ascenso del petróleo y sus impactos sobre los gastos del transporte personal y sobre ciertos costes asociados a la vivienda (electricidad y calefacción) explican principalmente esa subida. Ahora bien, por segundo año seguido el precio de la cesta de la compra (1,8% se sitúa por encima de la inflación) por los productos frescos, y eso impacta en todos los hogares.

Por ejemplo, la elaboración de una tortilla de patata fue bastante menos asequible para las familias. Tras un año paupérrimo de producción propia en Galicia por lluvias torrenciales y sequías, el tubérculo estrella se encareció casi un 17%, a lo que se suma el incremento del precio de los huevos (2,8%) y las hortalizas, entre las que está la cebolla (5,6%). Con estos ingredientes el plato de tortilla habrá costado algo más de un 8% respecto a 2015, como detalló ayer el Instituto Galego de Estatística (IGE). Eso sin hacer grandes invenciones entre fogones porque todas las carnes subieron su precio. Los preparados de pescado se encarecieron otro 5,6%. El ahorro llegó de mano de la leche y derivados, aceites y grasas y azúcar. No llegó para compensar la factura porque la alimentación fue un 1% más cara. Por cierto, un alza superior a la subida de las pensiones (0,25%) y los salarios (0,7%).

Conforme a la información que ayer divulgó el Instituto Nacional de Estadística (INE), el epicentro del rebrote inflacionario está en la escalada del petróleo. El crudo de tipo Brent cotizaba en los mercados internacionales a menos de 34 dólares hace un año y ahora está en 56, de modo que se ha encarecido el 60%. Es consecuencia de las decisiones de recorte de oferta que, para aumentar sus ingresos, decidió primero en Viena el cártel de países productores (OPEP) y que luego pactó también con otros estados ajenos al club (Rusia, entre ellos). El crudo sigue con precios moderados y no se espera una escalada que lo devuelva a la zona de mayor riesgo para los importadores, por encima de los cien dólares, pero ya hay consecuencias para hogares y empresas.

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Los números del índice de precios al consumo (IPC) reflejan en Galicia un encarecimiento del 4,8% en el transporte personal, capítulo que se refiere al uso del automóvil particular. El coche sale más caro este año por varios frentes. Al incremento del combustible (6,3%, tres décimas por encima de la media) se suman subidas en los seguros superiores al 3%. Un epígrafe del IPC denominado "bienes y servicios de vehículos", donde se sintetizan las variaciones de distintos precios (los de carburantes, repuestos, reparaciones, peajes, tasas de aparcamientos...) indica que utilizar el coche sale un 5,8% más caro que un año atrás.

La incidencia del petróleo alcanza a los hogares también a través de los costes energéticos de la vivienda. La luz ha subido el 1,9% y también lo ha hecho intensamente el gasóleo de calefacción. En cambio, el INE refleja un descenso del gas, quizás porque en el caso de este combustible los efectos del petróleo en el precio no son instantáneos. La letra pequeña de la inflación certifica que el recibo del móvil continúa el ascenso iniciado en 2016, cuando el sector de la telefonía dejó atrás su guerra de precios. Es un fenómeno parecido al ocurrido con las aseguradoras: suben todos las modalidades de seguros, no sólo las vinculadas al automóvil.