La multinacional Nueva Pescanova deberá continuar manteniendo a su predecesora económicamente, al menos de momento. El 28 de septiembre de 2015 la asamblea de la antigua matriz (vieja Pescanova) aprobó el proyecto de segregación con el cual traspasaba todo el negocio, con activos y pasivos, e incluía un contrato que nunca fue bien visto por la banca: una transferencia anual de 255.000 euros, la prestación por libre de costes de servicios de administración y asesoría (por un máximo de 200.000 euros durante cuatro años) y la retención, en el balance de la Sociedad Anónima, de 1,9 millones para contingencias futuras. La pesquera interpuso dos demandas -en primera instancia y en el Mercantil- para anular el contrato y sus beneficios. La segunda acaba de ser desestimada al entender el tribunal que Nueva Pescanova "no tiene base legal" para romperlo.

El fallo no es firme y, de acuerdo a fuentes del grupo, los responsables jurídicos analizarán su contenido para decidir "si se recurre o no". Sobre el primero de los litigios no existe sentencia todavía, por eso en Chapela no dan por perdida esta batalla y mantienen que el contrato fue una "autocontratación", que supuso una "infracción del deber de lealtad" y, en definitiva, que debería anularse. ¿Qué diferencia hay entre las dos demandas? La primera (la no resuelta) ataca precisamente el contrato y la supresión de las cláusulas; la segunda, las ventajas derivadas del mismo. La pesquera solicitaba una indemnización de Pescanova SA, pero el Mercantil 1 de Pontevedra no le ha dado la razón.

La vieja matriz utilizó el canal de mayor difusión, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), para dar a conocer su primera victoria contra el holding. Preguntadas por el hecho de que todavía existe un proceso judicial en marcha sobre el mismo tema, fuentes de la Sociedad Anónima expusieron que "la demanda B, que desgrana buena parte de esos contratos, ha sido desestimada. No tendría mucho sentido que la otra no lo fuera". Pescanova SA defiende su proceder amparada en que el contrato de apoyo económico fue aprobado en junta "por todas las sociedades participantes en el proceso, incluidos los 9.000 accionistas" de la empresa. Eso sí, sin la participación de los nuevos dueños, los acreedores, que no entrarían en el capital del grupo hasta dos meses más tarde.

Este contrato y la renovación exprés de los estatutos, que bloquearía cualquier ampliación por parte de Nueva Pescanova en seis meses, fueron dos gestos que agrandaron la brecha entre la pesquera y la Sociedad Anónima. El cisma explotó cuando la SA logró, en la junta de 2015, preservar el 20% del capital en la multinacional sin depositar los 7,92 millones estipulados durante las negociaciones con los acreedores. El presidente del holding, Jacobo González-Robatto, siempre tuvo presentes estas circunstancias a la hora de negociar con la antigua matriz. Ésta se verá diluida al 5% cuando el núcleo duro de la banca acreedora, con HSBC y el fondo SVP, ejecuten la ampliación de capital por unos 350 millones en el primer trimestre de 2017. También aquí se dirimirán las diferencias en los juzgados.