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Pescanova achica a sus minoritarios

Los pequeños inversores piden a Robatto que diga por qué no pactó una salida para ellos

El presidente de Nueva Pescanova, Jacobo González-Robatto. // M.G.B.

Cuando el vigués Pío Moa compró sus primeras acciones, Pescanova era una sombra escuálida de lo que es hoy. En 2005 el langostino se obtenía solo a la vieja usanza, la experiencia del rodaballo era cosa de la factoría de Xove y el salmón se envidiaba a los noruegos. Pío invirtió entonces en la primera empresa gallega (Inditex aparte) que acariciaba los mil millones de euros de facturación, con un inmovilizado que engordaba entre un 11 y un 25% al año y rentabilidad constante. Su respaldo y el de miles de accionistas asfaltó el ascenso meteórico de Pescanova y, avalados por unas cuentas anuales revisadas sin salvedades, el ego de Manuel Fernández de Sousa. El expresidente ya no está; el dinero de Pío Moa, tampoco. La compañía en la que confió sus ahorros se diluirá dentro de un holding controlado por acreedores que, en muchos casos, también fueron engañados por la antigua cúpula del grupo. Nunca se había sentido como un accionista tan minoritario. Son unos 9.000 los pequeños inversores que tienen atrapados sus ahorros en la pesquera.

"Entramos en esa categoría, es una desgracia". Durante toda la convalecencia de Pescanova nadie ha contactado con él u otros socios históricos de la empresa y, desde que ésta está en manos de la banca acreedora, revisa por la prensa la salud de su inversión. No tienen más interlocutores. "Es una situación extraña porque es una compañía cotizada [por Pescanova SA o la vieja Pescanova], pero sin embargo no tiene ningún control sobre sí misma. No sabemos si se enteran de algo. Yo, desde luego, no", lamenta otro socio gallego, que se embarcó en la empresa por primera vez en la ampliación de 2012. Aquélla que vendía beneficios de 50 millones, y eran números rojos de 775.

Sin pieza de calificación del concurso y sin que los imputados (o investigados) hayan depositado la fianza civil por su presunta responsabilidad en la quiebra, abogados como Felipe Izquierdo reconocen que sus clientes se han "desconectado" del proceso. "Desde el principio de todo esto he visto que no íbamos a recuperar nada", lamenta Moa. El vigués recuerda, no obstante, el compromiso del presidente del grupo, Jacobo González-Robatto, de tener un "gesto" con los minoritarios. "Mi dinero lo doy por perdido, pero él debería explicarse porque su promesa quedó en el aire". Entre los acreedores que han pactado la ampliación de capital (con el canje del 35% de la deuda) hay entidades que no sufrieron quita alguna durante el concurso y sí se beneficiaron de la compra de deuda distressed.

Los precios de derribo que favorecieron a fondos como SVP Global, ahora aliado de la banca, permitieron también la entrada de Carolina Masaveu en la vieja Pescanova con una inversión de poco más de 5.000 euros a cambio del 7% de la empresa. Los socios históricos no la consideran minoritaria (eluden cualquier comparación con ella, al igual que con antiguos directivos), pero tampoco creen que SVP haya sufrido con la crisis del grupo.Durante el proceso concursal, como publicó FARO, el mercado de operaciones especiales de la Bolsa (o mercado opaco) movió más del 17% del capital de Pescanova SA, lo que propició la entrada de inversores que confiaban en una recuperación rápida de la compañía y la salida de grandes. La gran mayoría de los que ya estaban en el capital cuando se destapó la crisis nunca abandonó el barco.

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