Además de una ruptura del proyecto común europeo, la aprobación del Brexit por parte de la ciudadanía británica conlleva la resurrección de prácticas comerciales desaparecidas en el continente. La interposición de aranceles y otros trámites burocráticos no solo dificultarán la penetración de bienes y servicios del exterior, sino que complicarán también sus exportaciones. Ante una negociación que tanto Londres como Bruselas prevén "dura", en el número 10 de Downing Street quieren calmar a la industria del automóvil con la "garantía" de que el sector no se verá perjudicado por la salida de Reino Unido de la Unión Europea. "Nuestro objetivo es garantizar que conservemos el acceso a los mercados en Europa y viceversa, sin derechos de aduana y sin obstáculos burocráticos", defendió ayer el secretario de Estado de Negocios, Energía y Estrategia Industrial, Greg Clark, a la BBC.
El 80% de la producción anual de vehículos en Reino Unido (con factorías de General Motors/Opel, Nissan, Honda, Toyota o Lotus) se dedica a la exportación, y sucede lo mismo con la industria de componentes. A su vez, el 90% de los coches que se venden en el país se fabrican fuera, por eso las consecuencias del Brexit afectan a una amplísima cadena de fabricantes, proveedores y vendedores finalistas que apuestan por mantener su estatus actual. A la espera de ver cómo se abordan las conversaciones entre Londres y la UE, Clark reconoce que lo único a lo que se puede comprometer de momento es a "abordar las negociaciones" de manera "constructiva para buscar un interés compartido".
Una tasa del 10%
Tras el referéndum de salida un informe de LMC Automotive estimó que la industria del automóvil tendría que afrontar tasas arancelarias de en torno a un 10%, y este sigue siendo el cálculo del sector a día de hoy. En el mismo estudio LMC aseguró que el volumen de fabricación en Europa tendrá que ajustarse en 400.000 unidades, con Alemania como principal damnificado. "Reino Unido será libre de ofrecer ayudas directas o indirectas a la industria u optar por políticas proactivas" que están prohibidas en el mercado comunitario. En los medios británicos dan por hecho que la premier, Theresa May, habría avanzado ya algún tipo de contrapartida para amarrar a Sunderland (al norte del país) la producción de la próxima generación del todocamino Nissan Qashqai a partir de 2018, al que optaban Valladolid o Palencia.
"La gran pregunta es qué zalamería utilizó Theresa May, que acaba de recibir en Downing Street a Carlos Ghosn [CEO de Nissan], para convencer al gigante japonés para asumir este compromiso", escribió el columnista económico de Sky News, Ian King. "Con cuatro de cada cinco coches destinados a la exportación, sobre todo al resto de la UE, la compañía podría estar vigilando la tasa del 10% a las exportaciones cuando Reino Unido deje la Unión. May ha prometido proteger a Nissan de eso". Con 475.000 vehículos producidos en 2015, la de Sunderland es la factoría de coches más productiva del país.
Mientras tanto la estrategia de la industria gallega para adelantarse a los efectos reales del Brexit (aún inciertos, dependerá del tono político de las negociaciones) continúa. Entre enero y agosto del año pasado las ventas de coches y componentes procedentes de Galicia con destino a Reino Unido ascendieron a 43,3 millones de euros, en línea con los ejercicios precedentes (30,7 millones en 2010, por ejemplo). Pero durante el ejercicio en curso la facturación del sector en las islas británicas se ha multiplicado por más de seis. Los ingresos pasaron a 281,2 millones de euros, un salto que obedece en exclusiva a la fábrica del Grupo PSA en Vigo. En el mismo periodo de los ejercicios anteriores las ventas de coches y motos a Reino Unido eran prácticamente testimoniales, de acuerdo a los datos de la Secretaría de Estado de Comercio, mientras que las de piezas no han variado en exceso.
