La Unión Europea y Canadá firmaron ayer un acuerdo de libre comercio conocido como CETA y que ambas partes consideran el más ambicioso negociado nunca, pues además de eliminar barreras arancelarias introduce estándares normativos para incrementar profundamente los intercambios entre ambas economías. "El CETA es el mejor y el más progresista negociado nunca por la UE", declaró tras la firma el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para quien el acuerdo fijará los estándares de la veintena de acuerdos de libre comercio que negocia la UE con otros países.

La ceremonia y la posterior rueda de prensa se desarrolló en un clima relajado una vez superado el bloqueo "in extremis" de la región belga de Valonia, que a última hora obligó a retrasar tres días la firma. La mitad francófona de Bélgica logró, además de provocar en Juncker una irritación que no disimula, que se añadiera en al tratado un anexo explicativo, con valor jurídico pero que no modifica una sola de las 1.598 páginas del CETA.

"Las cosas difíciles son difíciles", dijo ayer el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien aseguró que el rocambolesco desenlace del CETA en las entrañas institucionales europeas demuestra que la democracia en la UE "funciona".

Los representantes europeos y canadienses celebraron que se haya hecho realidad un pacto que, dicen, beneficiará a empresas y trabajadores.