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La extracción de fosfato en el caladero de Namibia acecha a la flota gallega

La empresa de un multimillonario de Omán podrá remover el sedimento a solo 75 millas de Walvis Bay durante más de veinte años

Mohammed Al Barwani.

El aumento progresivo de la población mundial y el agotamiento de los recursos no renovables han lanzado a la industria a buscarlos en el fondo del mar. Literalmente. El fosfato, imprescindible para la producción de fertilizantes y controlado a día de hoy por cinco países (China, EE UU, Marruecos, Sudáfrica y Jordania), ha desatado la avidez de las firmas extractivas por su gran valor y demanda. La fiebre por este mineral ha desembarcado de forma definitiva en Namibia, cuyo Gobierno acaba de aprobar un megaproyecto para la extracción de arena fosfática en el lecho marino a apenas 75 millas al sudoeste de Walvis Bay. Son aguas territoriales (120 kilómetros mar adentro), el tercer mayor caladero para la flota de capital gallego en todo el mundo, con casi 40 buques congeladores y de fresco. La compañía adjudicataria es Namibian Marine Phosphate (NMP), propiedad del multimillonario de Omán Mohammed Al Barwani, que aparece en la lista Forbes con un patrimonio estimado de 1.100 millones de euros.

En el año 2013 esta misma empresa ya había recibido la autorización para remover el sedimento marino con grandes dragas -utilizan cabezales metálicos, como se aprecia en la imagen-, pero la presión de la industria pesquera y grupos medioambientales forzó al Gobierno a ilegalizar la minería de fosfato en el mar en septiembre de ese año. La prohibición solo era revisable si, en un plazo de 18 meses, un estudio medioambiental independiente demostraba que estas extracciones no dañaban a la pesca. Ese análisis nunca llegó. No obstante este miércoles el Ministerio de Medio Ambiente de Namibia sorprendía con el anuncio, del que ni siquiera estaba al corriente el ministro de Pesca, Bernhard Esau. "Me quedé en shock al enterarme. Necesito averiguar cómo ha pasado esto", asumió a los medios locales. Al titular de la cartera medioambiental del Ejecutivo, Pohamba Shifeta, le ha bastado con un informe elaborado por la propia empresa.

La empresa adjudicataria está controlada en un 85% por el multimillonario omaní a través de Mawarid Mining, y el 15% restante es de Havana Investments, de Knowledge Katti (conocido en la prensa rosa norteamericana). El director de Asuntos Medioambientales del Gobierno namibio, Teofilus Nghitila, se limitó a comunicar un "certificado de aprobación" del proyecto datado el 5 de septiembre, sin aclara por qué motivo se ha levantado la prohibición para remover las aguas donde faena la flota. "Teniendo en cuenta que su proyecto está ubicado en una zona medioambientalmente sensible -rezaba la nota-, este ministerio se reserva el derecho de promover acciones legislativas en el futuro durante la ejecución de las obras".

El caladero

En aguas nacionales de Namibia (dentro de las 200 millas), y a través de empresas mixtas, faenan subsidiarias de Pescanova, Iberconsa, Mascato, Pereira, Marfrío o Corvima. La pesquera de Chapela tiene 14 buques y fue la pionera en explotar el caladero con la afamada marea del Andrade a principios de la década de los 60. El pesquero, dispuesto a llegar a Sudáfrica, llenó tanto las bodegas a la altura de Namibia que tuvo que dar la vuelta. Con la directiva de las 200 millas, y con el jaque mate en el gaznate del sector, la industria comenzó a crear las empresas mixtas, que han sobrevivido hasta hoy. El caladero namibio es rico en merluza, rape, pota o rosada, y solo a Pescanova le aportaba hasta un tercio de sus capturas totales antes del concurso.

La actividad de la maquinaria en la minería marina para la extracción de arena fosfática es completamente invasiva. Los robots que remueven el lecho van conectados con un buque nodriza, que a su vez va descargando la arena en una embarcación auxiliar, con lo que se enturbia tanto el agua del fondo como de toda la trayectoria ascendente de las tuberías. La contaminación sonora y lumínica son "potenciales impactos" de esta actividad, como reconoce la propia industria. Otras consecuencias son la destrucción de corales y la desaparición del plancton del que se alimentan gran parte de las especies, dado que el agua turbia impide el paso de la luz. El rape es, por ejemplo, una especie demersal, que habita en el fondo del mar. La alteración de su ecosistema es también un riesgo para esta pesquería.

La compañía adjudicataria, Namibian Marine Phosphate, publicó en los últimos meses tres informes que demostrarían que la minería de arena fosfática y la pesca pueden "coexistir", pero sin aportar más datos. Esta licencia es, según la prensa local, la primera de este tipo que se valida en todo el mundo, con lo que no hay experiencias anteriores que sirvan de comparación. La compañía del multimillonario de Omán asegura que todas las críticas hacia esta iniciativa son un "sabotaje" hacia la economía del país. La pesca es la tercera generadora de riqueza, y la primera en ciudades costeras como Walvis Bay o Lüderitz.

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