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"No me veo capaz de darle a la CEG lo que necesita, sobre todo ahora. No me merece la pena todo esto"

El ya expresidente de la CEG, Antonio DIeter Moure. // Xoán Álvarez

La decisión afloró en un paseo por una playa de O Morrazo. Una arena distinta a la del campo de batalla en que se había convertido la CEG permitió a Antonio Dieter Moure analizar en frío su situación. "Hace tiempo que venía pensándolo", reconoce. Y le surgió la pregunta: "¿Me merece la pena todo esto? No". El patrón más atípico de una organización empresarial, el amante del románico y profesor retirado, abandona el territorio hostil tras comprobar que la patronal de A Coruña, la única de las provinciales que estaba de su lado, se hartó de la inacción en la CEG.

"Lo que digo es verdad, me voy por razones estrictamente personales", repite Dieter Moure, para despejar cualquier suspicacia. "No me veo capaz de dar a la CEG lo que necesita, sobre todo ahora". Para él su dimisión es un "acto de responsabilidad", y confía ahora en que "alguien que pueda dedicarse las 24 horas del día" a la patronal sea su sucesor. Amagó dos veces con dejar el puesto, pero el respaldo permanente de las organizaciones sectoriales lo amarró a la silla. Siempre dijo que no tenía "apego" al cargo pero, al menos en junio, se mostraba convencido de poder reconducir la penosa economía de la CEG.

"Cuando las razones son sencillas parecen increíbles, pero no puedo hacerme cargo de la CEG". Su adiós ha molestado en las sectoriales, que querrían haber conocido la decisión de manera directa. Se reunirán el lunes para analizar la situación de la patronal gallega, ya que muchas de ellas han amagado ya con abandonar la confederación. Sus defensores señalan a Jaime López (Lugo) como el que "precipitó" la dimisión, pero en las provinciales señalan a Fontenla. Dieter Moure nunca ha sospechado del coruñés, al menos públicamente, ni siquiera cuando, el 19 de junio, los presidentes provinciales en bloque prepararon un encuentro para deponerlo. Su punto y final en la CEG tendrá dos versiones: las que dicen que se ha ido y las que defienden que lo han echado. La lucha sigue.

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