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La huella del ladrillo

La Sareb reclama el ruinoso rascacielos de Benidorm en el que Caixa Galicia enterró 93 millones

El edificio, financiado por la caja coruñesa, acumula una deuda de cien millones y permanece inacabado. Ninguna de las dos ofertas presentadas cumple con los requisitos del administrador

El rascacielos inacabado In Tempo es el edificio residencial más alto de España. // House Hunter

Se le atragantó a Caixa Galicia y volverá a provocar la indigestión de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb). El llamado banco malo se adjudicará el rascacielos de Benidorm In Tempo, financiado casi en exclusiva por la desaparecida caja coruñesa, después de que las dos ofertas presentadas al administrador concursal en el proceso de liquidación no cumpliesen los requisitos fijados por el Mercantil número 1 de Alicante el 4 de diciembre de 2015. Entonces la Sareb estableció que las ofertas para venta directa (al contado) debían superar el 70% del valor de tasación, lo que obligaba a los posibles interesados a abonar unos 63 millones de euros.

Como avanzó ayer el diario El Confidencial se plantearon dos pujas por el inmenso inmueble de 192 metros de altura, 45 alturas y 269 pisos: una se presentó fuera de plazo (fijado en cinco meses desde la aprobación del plan de liquidación), y la segunda fue económicamente insuficiente. Ahora la Sareb deberá buscar comprador, una tarea hercúlea teniendo en cuenta que es un edificio inacabado, que solo se han vendido unos 80 pisos y que acumula un pasivo superior a los cien millones de euros. Una cicatriz en la costa de Benidorm y en la historia empresarial y financiera española. El piso más barato ronda ahora los 180.000 euros (llegaron a ofrecerse por 300.000), y el más caro rebasa los 1,6 millones.

La promoción es el emblema de los excesos del ladrillo en España y de la desaparecida Caixa Galicia en particular que, con José Luis Méndez al frente, apostó 93 millones de euros por una mole de hormigón espigada que se ha convertido en un quebradero de cabeza para el banco malo. La caja coruñesa presentó el proyecto que financiaba como un "incuestionable estandarte de futuro", y apostó entonces por una promotora, Olga Urbana, constituida con apenas 3.100 euros de capital social. Teniendo en cuenta que la construcción del edificio iba a costar unos 100 millones, Caixa Galicia puso de su bolsillo casi la totalidad del dinero para levantarlo frente a la costa de Benidorm. Esta obra mastodóntica fue una de las grandes dolencias de Caixa Galicia, a la que el Banco de España reprochó su fiebre" sin control" por la expansión y, sobre todo, las inversiones en el ladrillo y que le llevó en 2009 a amenazarle de intervención.

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