La mayor calderera de España, Citic HIC Gándara Censa (especializada grandes piezas para las industrias minera y cementera y las energías, entre otros sectores), ha planteado al comité de empresa la necesidad de articular un expediente de regulación de empleo temporal de seis meses para un máximo de 100-120 trabajadores (de una plantilla de 170) con el fin de asegurar la viabilidad de la firma porriñesa hasta la entrada de nuevos pedidos, prevista para principios de 2017, según confirmó ayer su nuevo consejero delegado, Juan José Agulla López. La negociación de las condiciones del expediente con los representantes de la plantilla arrancará el próximo martes.
Según Agulla, que lleva cinco semanas en el cargo, el ERE forma parte de las medidas encaminadas a recuperar la posición de liderazgo de la compañía a nivel mundial, perdida en los últimos años, y dirigida a asegurar la viabilidad futura de la planta propiedad del grupo chino Citic. El ERE será de carácter temporal (para un máximo de 180 días) y como paliativo hasta que se concreten los pedidos en negociación. Según Agulla, Citic HIC Gándara Censa ya tiene nuevos contratos, aunque entre la firma de los mismos y el comienzo de las obras se necesitan "unos meses" para el acopio de materiales y preparativos; de ahí la necesidad del ajuste.
La negociación con el comité de empresa sobre las condiciones del ERE se iniciará de forma oficial el próximo martes, según fuentes sindicales, que reconocieron que esperan llegar a un acuerdo con la dirección para mejorar la retribución que recibirá el personal que se vea afectado por el expediente. A priori, según Agulla, el ERE está pensado para entre 100 y 120 trabajadores de los 170 en plantilla (entre el 60% y el 70% del total de empleados). El nuevo consejero delegado transmitió la firme apuesta de Citic por la inversión realizada en Censa y que "a pesar de la situación actual sigue planeando nuevas inversiones para la misma".
Censa formaba parte del grupo del astillero Vulcano, que se deshizo de ella en 2000 en medio de una crisis. Serían los trabajadores, un año después, los que cogerían las riendas de la compañía hasta 2004. Entonces, la sociedad de inversión de Carlos Mouriño, Inverhismex (51%); la consultora CIP (25%) y la firma compostelana Puentes y Calzadas (17%), se hicieron con el control de la calderera. El 7% quedó en manos de socios minoritarios. En 2009, Puentes y Calzadas cedió su participación a Inverhismex, que pasó a ser el accionista mayoritario. E Inverhismex cerró la venta de la empresa a la división de Heavy Industries de Citic en 2011, que llevó a cabo una fortísima inversión (de más de 40 millones de euros) en instalaciones y maquinaria, aunque el proyecto de negocio no llegó a cuajar como se esperaba.
