La OCDE admitió ayer que las políticas de recortes y austeridad en la zona euro han tenido un efecto recesivo y recomendó utilizar el gasto público -aun a riesgo de saltarse las reglas del Pacto de Estabilidad- para que se pueda impulsar la inversión, cuya insuficiencia es, señaló, el principal problema en este momento para la recuperación.

La OCDE hizo ayer un diagnóstico severo de las políticas presupuestarias desde el inicio de la crisis, y reclamó una corrección y una reforma a largo plazo para que el Pacto de Estabilidad deje de ser un corsé. "En el contexto actual de recuperación lenta, los países deberían utilizar la flexibilidad autorizada (...) para ralentizar o suspender temporalmente sus esfuerzos de saneamiento y, si el Pacto de Estabilidad ofrece suficiente margen, adoptar una orientación expansionista", señala la organización que agrupa a las 34 economías más avanzadas.

La propuesta de la OCDE es ampliar los plazos para cumplir los objetivos de reducción del déficit en los países que llevan a cabo "reformas de gran amplitud" en el terreno fiscal y en la orientación del gasto para partidas que "mejoren el crecimiento potencial y la sostenibilidad a largo plazo" de las cuentas públicas.

El dinero habría que dedicarlo, dijo, a inversiones públicas (como ejemplo se citan las redes transeuropeas) y a la educación y el cuidado de los niños pequeños, que puede ayudar a la mejor inserción laboral de sus madres.

En paralelo, los autores del estudio apuestan también por desplazar los impuestos del trabajo al consumo y a la propiedad para no penalizar tanto la actividad y favorecer una mayor equidad. En una línea similar, aconsejan ampliar las bases de imposición para poder disminuir la tasa de imposición.

La OCDE parte de la constatación de que los ajustes presupuestarios "masivos" que se dieron sobre todo en 2011 y 2012 y, en menor medida, en 2013 "contribuyeron a intensificar y prolongar la recesión" y, en consecuencia, a un deterioro del peso de la deuda en relación con el producto interior bruto (PIB).

Además, esos recortes se cebaron en la inversión pública, en la protección social de la familia y la infancia, y condujeron a una mayor presión fiscal en el trabajo, lo que afecta negativamente al potencial de crecimiento futuro.