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Un palangrero tímido para las ballenas

Nodosa emplea en el "CFL Hunter" técnicas aplicadas en los oceanográficos para rebajar el ruido -La clave es no llamar la atención de los cetáceos y que no "roben" el pescado

Simón Espinosa

"Viniesen de donde viniesen, las marsopas sabían perfectamente en qué lugar del inmenso océano se hallaba aquella puerta de diez millas de ancho". El investigador y explorador francés Jacques-Yves Cousteau fue el primero en advertir, en su libro El mundo silencioso, las grandes habilidades acústicas y de localización de los mamíferos marinos. Y aunque el hombre piense que el océano se come los sonidos, la huella del ser humano en el mar provoca jaurías. Pero, con la aplicación de diversas medidas y tecnologías, hay barcos capaces de trabajar con disimulo. Es lo que hará el palangrero CFL Hunter, que construye el astillero marinense Nodosa, para evitar que los cetáceos reconozcan la firma acústica del buque y acudan a su encuentro en plena faena para hacerse con su almuerzo.

"Está claro que los cetáceos reconocen la frecuencia del sonido que emiten los barcos palangreros", explica el director técnico de Nodosa, Jorge Sánchez. Los mamíferos marinos como la ballena minke, la jorobada o las orcas, que predominan en el caladero de las Falkland Islands (Malvinas), identifican frecuencias como las que se generan en el momento en que arrancan las bombas o se rebajan las revoluciones del motor para alcanzar el régimen de marcha necesario para recoger el palangre. "Cuando la reconocen para ellos es como un toque de campana de que hay comida, y se acercan al barco". Entonces, y conforme el buque va recogiendo el palangre, los cetáceos aprovechan para sustraer la pesca.

Por este motivo "la alerta de que se va a servir comida tiene que llegar lo más tarde posible o no llegar", ilustra Sánchez, y "una de las cuestiones más importantes en los palangreros modernos es lograr que la firma acústica sea lo más baja posible", que el ruido transmitido del barco al mar sea mínimo. El CFL Hunter, que tendrá puerto base en Stanley y que se entregará a finales de año o comienzos del próximo, incluye diversas medidas para lograr este objetivo. No basta con una sola, sino que el buque va dotado de distintas tecnologías o aplicaciones en su estructura o los sistemas de propulsión.

Las innovaciones

Las hélices son, por ejemplo, uno de los mayores generadores de ruido de los barcos, y su estudio es fundamental para rebajar la firma acústica. El experto de Nodosa sostiene que hay que "lograr hélices descargadas, estelas homogéneas para que tengan los menores pulsos de presión posible y números de cavitación elevados, al menos en los regímenes de pesca". La hélice de este palangrero es un diseño de la viguesa Vicus DT, de 2,7 metros de diámetro y 1.400 kw de potencia. En el CFL Hunter, además, toda la maquinaria rotativa está montada elásticamente para no transmitir ruidos estructurales, que son los que se propagan a través del casco.

Los aislamientos aplicados evitan el ruido aéreo y el que se produce al chocar contra la estructura, y las medidas encaminadas a paliar al máximo la firma acústica también afectan a la pintura. Jorge Sánchez destaca el uso de "pinturas especiales, viscoelásticas, que se utilizan sobre la estructura para hacerla elástica y que amortigüe el segundo componente del ruido estructural". Toda la maquinaria va asentada asimismo sobre tacos elásticos, y el sistema de propulsión diésel-eléctrica ayuda a pasar más desapercibido al palangrero ante los cetáceos.

Aplicaciones como estas son ya habituales en los buques oceanográficos. En la normativa ICES 209, continúa Sánchez, se estipulan un mínimo de ruidos que los barcos pueden transmitir al agua (el Miguel Oliver, construido en los astilleros MCies y entregado en 2007, fue el primero en cumplir esta normativa en España). "Es importante para las investigaciones biológicas. Los peces se acercan más al barco y no interfieres en su vida normal", con lo que los datos recabados son más certeros. Y Nodosa lo aplica en esta caso en un pesquero, "es tres cuartas partes de lo mismo".

El astillero de Marín es uno de los más activos en la actualidad, y acaba de reforzar su cartera de pedidos con dos buques de recogida de residuos que operarán en el Puerto de Barcelona. En el segmento de construcción, Nodosa tiene en fase de armamento un remolcador de 70 toneladas de tiro para la compañía de remolcadores Amare Marín y que será entregado en agosto, como avanzó FARO. En una fase más inicial está el nuevo arrastrero de 63,7 metros de eslora para un armador vigués que opera en el caladero de Malvinas a través de una sociedad mixta hispanobritánica, el primer pesquero de esta clase de propietario gallego que se construye en más de una década. La compañía genera a día de hoy un volumen de empleo de unas 250 personas, entre personal propio y de empresas auxiliares.

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