Finlandia será el primer país en aplicar una renta básica universal a partir de 2017. La congelación salarial y el incremento de la jornada laboral son algunas de las principales medidas recién acordadas con los sindicatos por el nuevo Gobierno, cuyo primer ministro es el liberal Juha Sipila, para hacer frente a la recesión que sufre el país. El objetivo es reducir los costes salariales unitarios el 5%. Paralelamente, pretende recortar el gasto público entre el 1 y el 1,5%. Los finlandeses apoyan en general la decidida apuesta de su Ejecutivo por la austeridad aunque ha surgido un fuerte movimiento opositor en la calle ante estos históricos recortes que mantienen, no obstante, su envidiable calidad de vida.

Dentro de su propósito de estar a la cabeza del bienestar de sus ciudadanos, Finlandia va a aplicar de forma experimental a partir de 2017 una renta básica universal. La Oficina de la Seguridad Social KELA está elaborando un estudio preliminar, que será presentado al Ejecutivo a lo largo de esta primavera, para que todos los finlandeses mayores de edad tengan derecho a esta renta básica que suprimirá muchos subsidios y ayudas actuales. La aportación será de entre 600 y 800 euros mensuales por persona.

Finlandia es según el Banco Mundial uno de los países más ricos del mundo en renta per cápita y disfruta de unos servicios públicos en sanidad y educación del máximo nivel pero por contra se ha convertido, Grecia aparte, en el único país en recesión de la Eurozona. Para el premio Nobel de Economía Paul Krugman la recesión finlandesa tiene un culpable: el euro.

"La llave para salir de cualquier crisis es la educación", asegura tajante Roberto Tanzi-Albi (Turku, 1954), embajador de Finlandia en España que subraya para Epipress la importancia de la formación en su país, considerada por la OCDE una de las mejores del mundo. Los informes PISA, cuyo ranking europeo encabeza, destacan el gran prestigio de sus profesores, profesionales muy bien preparados y vocacionales, con autoridad y autonomía para enseñar a los alumnos de manera personalizada.

El cambio educativo en Finlandia ha sido radical. En 1950 no llegaban al 10% los alumnos que eran capaces de finalizar sus estudios de enseñanza secundaria, pero cincuenta años después ya estaba a la cabeza de la educación en Europa. La clave de esa fulgurante ascensión está más que en la cantidad en la calidad de los recursos dedicados a la educación en un país sin corrupción en el Gobierno y con una buena calificación crediticia que le facilita préstamos a intereses muy bajos.

La profesión docente está allí muy prestigiada. El acceso a las universidades para formar maestros lo aprueban desde la reforma menos del 10% de los aspirantes. La carrera consta de cinco cursos. El último, una especie de máster, dedicado específicamente a cómo enseñar en la escuela. Los maestros están motivados y saben motivar a su vez a sus estudiantes. Durante los primeros seis años de la enseñanza primaria los estudiantes tienen a un mismo profesor y hasta el curso quinto no hay calificaciones. La educación, el material escolar y el comedor son gratis hasta entrar en la universidad. Las familias, que acuden en un 80% a las bibliotecas los fines de semana, se sienten plenamente implicadas en la formación de sus hijos.

La educación es pues la tabla de salvación de una Finlandia sometida a un torbellino económico destructivo, cuyo origen reside, según Krugman, en la camisa de fuerza del euro. La crisis de la década de 1990 azotó con enorme dureza al país escandinavo, pero su recuperación fue rápida porque devaluó de forma drástica su moneda. Ahora en cambio carece de moneda propia, motivo por el que Krugman recomienda aflojar esa camisa de fuerza que la oprime para que vuelva a salir a flote. La política de austeridad en vigor, basada en una devaluación interna con más horas de trabajo y salarios más bajos, no convence al Nobel de Economía que es partidario de incrementar hasta el 2% la tasa de inflación europea.

"Hacer las cosas mejor que los demás"

"El Gobierno acaba de cerrar un acuerdo con los sindicatos para incrementar la jornada laboral y congelar los salarios con la finalidad de aumentar la productividad sin disminuir el poder adquisitivo", explica Roberto Tanzi-Albi. A partir de ahora los sueldos se negociarán a nivel sectorial y empresarial y algunos gastos que antes recaían sobre la empresa pasarán a ser responsabilidad del trabajador.

"Somos una nación pequeña, con pocos recursos que se ve obligada a generar por sí misma toda su riqueza. Finlandia no puede competir en turismo, porque carece de sol y playa", reconoce Tanzi-Albi, historiador casado con una directora de escuela y padre de dos hijos, quien ante este retador panorama reitera que "no hay otro remedio para subsistir que hacer las cosas mejor que los demás" y eso solo se logra con una buena formación. "Sin educación no somos nada", insiste convencido desde la embajada del Paseo de la Castellana de Madrid.

Entre estos felices ciudadanos escandinavos crece una sombra de preocupación por el mal momento de su economía y por el aumento del paro tras haber perdido desde 2007 el 10% de su PIB, como consecuencia de la ruptura del clúster de Nokia, del declive de su industria papelera y del descenso de las exportaciones a Rusia, mientras la media de la población de unos cinco millones y medio de habitantes envejece.

Pero esa lógica preocupación no parece amedrentar a los reservados y tranquilos finlandeses que desde que lograron la independencia de Rusia en 1917 ven en la enseñanza su mejor "forma de hacer nación", pensamiento muy arraigado entre ellos desde el siglo XIX. Hasta ahora, tan solo se han redactado cuatro leyes educativas en un sistema centrado en la meritocracia y la competitividad de los docentes y los alumnos a quienes más que memorizar les anima a usar la cabeza con creatividad. Los estudiantes finlandeses tienen una gran confianza en sí mismos: en sus capacidades y en su potencial de aprendizaje. El nivel de ansiedad relacionado con el aprendizaje de matemáticas, ciencias y lectura, por ejemplo, aparece claramente más bajo que en los otros países y de ahí sus asombrosos resultados. El sistema de educación superior se compone de las escuelas politécnicas y las universidades. Las primeras forman a los profesionales de alto nivel técnico mientras que en las universidades centran sus estudios en la investigación científica e imparten la educación académica tradicional.

Los directores de los colegios y de las universidades, como los entrenadores de fútbol, reclutan a sus profesores y se responsabilizan de sus resultados académicos.

Alta afiliación sindical

El paro se sitúa en el 8% pero Helsinki sigue reclamando mano de obra que atrae sobre todo de Estonia. "El sentido de crisis no es igual que en España", asegura Tanzi-Albi, "es una crisis un poco teórica que aún no sienten los ciudadanos en sus carnes", añade. Sin embargo ya se han producido huelgas contra la política de austeridad del Gobierno tripartito de centro-derecha, convocadas por los tres principales sindicatos del país que representan al 90% de los trabajadores. "La afiliación sindical de los finlandeses es alta, por lo cual es imprescindible que el gobierno tripartito negocie con los sindicatos sobre las medidas de austeridad", recalca el embajador.

La realidad es menos idílica que la versión oficial hacia el exterior, pues el crecimiento de Finlandia es el más bajo de Europa mientras que el desempleo se dispara, según advirtió para consumo interno el primer ministro Juha Sipila, para quien "así no se puede continuar porque el dinero se acaba".

Nokia, explica el embajador, llevaba años fabricando sus móviles fuera de Finlandia y tras vender a Microsoft su división de teléfonos móviles se reinventa ahora con los desarrollos 5G. Con la remodelación de Nokia los ingenieros de altísima cualificación de la empresa fundada en 1860 se hicieron emprendedores que con sus start-ups convierten a Finlandia en un "hub" de la economía digital. "Una empresa tan grande como Nokia atrajo mucha materia gris que ahora ha quedado liberada para crear por su cuenta", celebra Tanzi-Albi. Recientemente el BBVA ha comprado una start-up finlandesa de servicio bancario llamada Holvi.

La transformación de la industria maderera, tras caer un 50% las exportaciones a Rusia, pasa ahora en Finlandia por una reconversión centrada en el desarrollo de la celulosa para generar energía y productos bioquímicos.

Pero, ¿se les ha pasado por la cabeza a los finlandeses salirse del euro para devaluar su moneda como hicieron durante la grave crisis de 1990? Nadie dice en voz alta que la camisa de fuerza del euro sea el problema de Finlandia, pero en el fondo los finlandeses desconfían de la moneda única como solución a los graves problemas económicos de una Europa en la que piensan que no todos cumplen por igual las reglas del juego. Hace 30 años, no solo devaluaron su marco, sino que también reestructuraron su sector bancario y apostaron por una reforma de la administración pública que aún no ha concluido para hacerla más barata. Ahora el euro les crea muchas dudas.