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El futuro del "motor" económico de Galicia

La automoción que viene

El sector afronta una época de profundas transformaciones marcada por la globalización, el cambio climático, la Industria 4.0 y los nuevos valores sociales - El experto del IESE Mike Rosenberg analiza para FARO los cambios

Un manto de contaminación cubre Shanghái.

La automoción experimentará en la próxima década una transformación radical, quizá mayor que la sufrida a lo largo de los últimos cincuenta años, y las empresas gallegas del sector -más de un centenar- quieren estar preparadas para hacer frente a los cambios que se avecinan: globalización, contaminación y cambio climático, cuarta revolución industrial, nuevos hábitos de consumo y valores sociales, conducción autónoma, el coche eléctrico... Con este objetivo, la Fundación Clúster de Empresas de Automoción de Galicia (Ceaga) ha empezado a elaborar en estrecha colaboración con todas las empresas de la cadena de valor de la industria, desde el centro de Vigo de PSA Peugeot Citroën a los fabricantes de componentes y auxiliares, un nuevo plan estratégico para el horizonte 2020-2025. El pasado lunes se celebró en Vigo la primera de las jornadas de trabajo programadas para diseñar esta nueva hoja de ruta, en la que participó el experto en tendencias de mercado del IESE Mike Rosenberg, que accedió a compartir también con FARO su visión de futuro del sector.

Rosenberg es profesor adjunto del departamento de Dirección Estratégica y antes de formar parte del claustro de la escuela de negocios de la Universidad de Navarra trabajó como consultor internacional en el sector automovilístico en Heidrick & Struggles, A.T. Kearney y Arthur D. Little. "Es muy útil en un foro como el organizado por Ceaga que venga alguien externo, aunque sea para contar lo mismo con otro énfasis, con otro acento", reconoce. A continuación se exponen las áreas que Rosenberg considera fundamentales para la industria del automóvil en los próximos años:

| Globalización. "Imparable, avanza a marchas forzadas y es difícil de predecir en el tiempo", explica este ingeniero norteamericano. "En mis 53 años de vida la población mundial se ha duplicado, y la concentración humana es extraordinaria; en China hay una ciudad, Chongqing, cuya área metropolitana acoge a 40 millones de personas", relata. Estos factores afectan tanto al consumo como a la forma de conducir de las personas, y por extensión, a la industria del motor.

| Contaminación y cambio climático. Según Rosenberg, son dos temas relacionados pero diferentes en su aplicación. Los problemas de contaminación en megaciudades como México, Los Ángeles, Shanghái, Pekín o Nueva Delhi ya están afectando a la industria del automóvil. "La pregunta es hacia dónde irá la voluntad política para cambiar esta situación", asegura, y pone como ejemplos las restricciones dispuestas en ciudades europeas como Madrid, París o Londres. "El aire está mal, hay que hacer algo, la tecnología existe, pero tienen un coste", reconoce. El coche eléctrico, explica, es una de las posibles soluciones a la contaminación en al carretera, aunque depende de la fuente de energía. "Si es en China o Australia (países en los que la generación de electricidad depende de los combustibles fósiles) casi mejor tener un diésel", señala.

| Industria 4.0 y nuevas tecnologías. Este experto del IESE no duda de que las fábricas del futuro están a la vuelta de la esquina, con un nivel mucho mayor de robotización, y pone como ejemplo la empresa Local Motors, de Arizona, la primera del mundo en fabricar coches mediante impresión 3D. "Lo que hay que plantearse es si el sector sobrevivirá a estos cambios", reflexiona. En la jornada también se analizaron tendencias como las del automóvil autónomo. "Mi opinión es que no llegará de golpe, sino de forma gradual", apunta. Lo que está claro para Rosenberg es que el peso del software en el conjunto del vehículo crecerá de forma exponencial en los próximos años: "Los coches se equiparán de sensores que leerán todo lo que ocurre a su alrededor".

| Nuevos valores. Los cambios sociales también afectan al sector. La práctica del car-sharing (compartir coche) lleva a plantearse la propiedad del vehículo, e incluso el equipamiento. "Si lo voy a compartir igual con una buena radio me llega, para qué quiero más equipamiento", razona. No obstante, Rosenberg matiza que los hábitos cambian con el tiempo, es decir, que no consume lo mismo un joven de veinte años que una persona de 35 u otra de 50. "Con 20 años igual no me importa qué coche conduzco, pero, ¿y con 35? ¿Y si mis hijos van a bordo?", explica.

| ¿Fin del diesel? El escándalo de las emisiones diesel de Volkswagen ha roto la confianza del mercado en este tipo de combustible, y para Rosenberg su fin podría estar cerca. "Si Europa sigue con sus estándares de emisiones llegará un momento en que fabricar motores convencionales costará más que las baterías de un coche eléctrico", argumenta.

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