Grecia protagonizó ayer la primera huelga general del año y la tercera contra el Gobierno de Syriza con un seguimiento mayor al de convocatorias anteriores, pues el pequeño comercio y el transporte se sumaron paralizando la mayoría ciudades del país. La movilización fue convocada por los sindicatos contra de la reforma de las pensiones que el Gobierno del primer ministro, Alexis Tsipras, negocia con los acreedores internacionales (FMI y las instituciones europeas) y que supone, entre otros cambios, recortes en las llamadas pensiones suplementarias, que reciben la mitad de los jubilados, y aumentos de cotizaciones para autónomos y agricultores. El Gobierno de Tsipras se ha comprometido con la troika (FMI, BCE, Comisión Europea) a recortar cada año 1.800 millones de euros de gasto público.

El amplio seguimiento de a huelga se notó también en la multitudinaria manifestación (40.000 personas, según la Policía; 100.000, según los convocantes) que recorrió el centro de Atenas y en la que se registraron incidentes cuando grupos aislados de participantes radicales lanzaron cócteles molotov a la Policía, que respondió con gases lacrimógenos.