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La patronal gallega, en la encrucijada

El malabar imposible de Dieter Moure

El malabar imposible de Dieter Moure

La patronal gallega acaba de elegir nuevo presidente y se precipita ya a una etapa de desgobierno a la vez que ahonda en otra, más enquistada, de desconfianza y juego de intereses que nada tiene que ver con la defensa del empresariado. "No se quieren, pero se temen. No son amigos, sino cómplices", escribió Étienne de La Boétie. La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) está partida en dos, siendo generosos, y dentro de los mismos bandos se rema en direcciones contrapuestas en cuestiones capitales como las cuentas o los estatutos. Por más que en Madrid hayan tratado de aparentar otra cosa -esta semana la cúpula de la patronal en pleno acudió a la junta de la CEOE-, llueven dardos dentro de la casa.

El patrón de estrena en la CEG, Antonio Dieter Moure Areán, director de un centro concertado de formación en Ourense, se va a enfrentar sin quererlo a los mismos muros que su predecesor, José Manuel Fernández Alvariño, fue incapaz de escalar y le costaron el puesto. Y eso que el empresario vigués no tuvo rival cuando accedió a la presidencia -Moure fue, curiosamente, el vocal de aquella asamblea constituyente que pidió votar a mano alzada a pesar de que no había otro candidato-, y este escenario ha cambiado. Ahora hay un perdedor, José Manuel Pérez Canal, y una polémica: la legalidad o nulidad del proceso electoral. "Se avecinan meses de estrategias muy interesantes", destaca con sorna un miembro de la junta directiva de la propia CEG.

| Las elecciones: Moure Areán (Dieter es su segundo nombre, de origen alemán) venció a Pérez Canal por 102 votos a 92. Confiaba el segundo, consejero delegado de Aceites Abril, en alcanzar los 105. "La asociación sectorial de polígonos industriales, que es la suya, no le apoyó", aseguran fuentes de la patronal. ¿Se cuestiona el resultado? No, el día antes en el propio equipo de Pérez Canal ya se contaba con la derrota. "A mí me daban 90 haciendo cálculos". ¿Se duda del proceso? No es el fondo del problema, aunque algunos vocales le encuentran algunas de las taras por las que los comicios de Pontevedra acabaron en el juzgado: no está aprobada el acta de la CEG del 24 de noviembre y "apenas una quincena de vocales" votaron con DNI el viernes 15. ¿Cuál es el problema de fondo?

| El censo: En los artículos 7 y 13 de los estatutos de la CEG se establece el papel de las organizaciones sectoriales que, con 72 votos, duplican el peso de Pontevedra (32) en la asamblea de la patronal. Para que tengan carácter autonómico deben estar inscritas en las confederaciones provinciales y, para tener cuatro votos (uno por provincia), tendrán que tener actividad en todas ellas. En la etapa de Antonio Fontenla muchas se incluyeron por la vía de la excepcionalidad que recogen los estatutos, de modo que hay sectoriales con cuatro actas de voto que no están en Ourense y Lugo, por ejemplo. Por eso hay quien califica la CEG como "la confederación de amigos de Fontenla". La patronal lucense pidió por escrito el 7 de enero que se determinara a qué confederaciones provinciales estaban adscritas las sectoriales para poder votar, y la secretaría general de la CEG nunca le respondió. Hasta hoy. Los críticos con el proceso entienden que "es tarea del secretario general [Fausto Santamarina] el comprobar que el censo es correcto y cumple con los estatutos. Y no es así". Los no críticos defienden que la asamblea general lo aprobó a finales de 2014 y es "impoluto". ¿Y si todo fue correcto?

| La gobernanza. Sea como fuere, Antonio Dieter Moure va a tener oposición desde la línea de salida y tendrá que enfrentarse a sus propias críticas (con las cuentas) y a sus aliados (como A Coruña) para cumplir sus promesas electorales. Para empezar, en el Comité Directivo está en minoría. Está compuesto por quince miembros: tres por provincia, dos de libre designación del presidente y el propio Moure. Hoy solo tiene el respaldo de Fontenla. "Está 9-6". Una estrategia que deberá medir Moure con hilo fino será el nombramiento de tesorero y contador. Son cargos de confianza y no podrá contentar a todos. Pese a que muchos lo califican de "el hombre de Fontenla" -A Coruña buscó sin éxito un aspirante propio para la CEG-, él se considera un candidato de las sectoriales (formación, en su caso). Si quiere reforzar las provinciales, como prometió, la designación de un vocal de Comercio o Industria -críticos con Alvariño- para estos cargos irritará a Pontevedra o Lugo, y viceversa. Para hacer más tolkiano el escenario, nadie se pelea por ser contador y tesorero teniendo en cuenta la depauperada caja de la CEG.

| Las cuentas. Las cuentas de la patronal gallega están en números rojos. Y de 300.000 euros. Alvariño solo pudo aprobar las cuentas que había heredado, así que Antonio Dieter deberá poner al día los números. Las de su predecesor "están auditadas dos veces y no hay otras", y los expertos solo incluyeron como salvedad el excesivo endeudamiento financiero. El vigués cerró la puerta a sus espaldas porque no pudo validarlas. Si el auditor repite a Moure que no hay otras cuentas posibles, la estrategia se hace película. Si se mantienen las posiciones iniciales, Lugo y A Coruña deberían votar en contra. Esto es, Fontenla contra su supuesto pupilo, que a su vez tendría el respaldo de Pontevedra y Ourense. El presidente de la CEP, Jorge Cebreiros, ya avanza "lealtad institucional y coherencia" a preguntas de este periódico.

| Las promesas. Moure se comprometió a reformar los estatutos para limitar los mandatos, modificar la modalidad de voto -sin las criticadas delegaciones, que arrojan fotos de empresarios con fajos de sobres bajo el brazo- y el peso de las provinciales en la asamblea. Necesita el 75% de la junta (152 electores) y no lo tiene. A Coruña tiene 40 vocales y Pontevedra 32, los mismos que Lugo, pese a que el censo de empresas pontevedresas supera con holgura al lucense. Para modificar este punto, que no se podrá tocar hasta final de año, Moure tendrá la oposición de Lugo y, si afecta a las sectoriales, buena parte de sus 72 votos. También tiene sobre la mesa la recomendación manifiesta de Fontenla de reducir la plantilla de la CEG de 18 a 7 u ocho personas (cuando el coruñés salió de la patronal había 43 empleados). Su compromiso en campaña fue de eliminar los servicios externos, pero si accede a la petición de A Coruña no podrá tener un equipo de I+D, como también prometió, y llevar al mismo tiempo la asesoría jurídica y contable.

| El Pexga. Es el Caballo de Troya de la Confederación. La patronal gallega tiene ocho contratos mercantiles en otros tantos países (Rusia, Estados Unidos o México) para la red de Plataformas Gallegas en el Exterior (Pexga). La Xunta ya ha consignado el dinero para este año porque el convenio era de dos (2015 y 2016), pero la CEG tiene a día de hoy sin firmar la prórroga del plan. Esto es, las empresas que están contratadas llevan casi un mes sin amparo mercantil para desarrollar su trabajo, y en la propia patronal ignoran si están trabajando o no aunque tienen contrato hasta junio. Si no se firma la prórroga y se cumple el convenio con la Xunta, la CEG se enfrenta a una reclamación de en torno al millón de euros por incumplimiento. En la última junta de vicepresidentes de 2015 se rechazó firmar la prórroga hasta la llegada del nuevo líder. Los desmanes en el Pexga en épocas pasadas, todavía sin desvelar, fueron los que llevaron a la patronal hasta casi quebrarla -fue necesario imputar pérdidas contra ejercicios anteriores- y resucitaron la enemistad de Fontenla con Alvariño. El segundo se ha ido, Fontenla sigue.

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