El astillero de Nodosa en Marín ha comenzado la construcción de un buque arrastrero de 28,7 metros de eslora para el grupo Osprey, propiedad de la familia de armadores holandeses De Boer, según confirmaron a FARO fuentes de la empresa. El corte de chapa arrancó la semana pasada y el plazo de ejecución del barco es de aproximadamente un año. El arrastrero, el segundo contrato de construcción de las instalaciones marinenses tras su integración en Nodosa, incorpora las últimas tecnologías en materia de pesca y tendrá su puerto base en Hull, en la costa este de Inglaterra. La factoría naval avanza también en la obra de un palangrero de 60 metros firmado este año para Malvinas y negocia más pedidos.

El nuevo barco arrastrero de los De Boer -con doble plataforma y de la modalidad flyshooting, con un diseño que favorece la pesca sostenible- tendrá 28,7 metros de eslora por 10 de manga y un registro bruto inferior a las 400 toneladas. La embarcación podrá alcanzar una velocidad de 10,5 nudos, llevará una tripulación de diez personas y la bodega tendrá 120 metros cúbicos de capacidad para almacenar pescado. Su patrón será Louwe de Boer, actualmente al mando del arrastrero Good Hope H 357, según informó la armadora. El barco faenará en el caladero de Gran Sol.

La factoría marinense también está trabajando en la obra de un palangrero de 60 metros de eslora por 11,4 de manga encargado por un armador británico que se destinará a campañas en este caladero del Atlántico Sudoccidental, con un coste aproximado de 13 millones de euros, y negocia nuevos pedidos. En la contratación del palangrero y del arrastrero de Gran Sol fue clave la integración de las antiguas instalaciones de la extinta Factoría Naval de Marín en el grupo Nodosa, efectiva desde el pasado 1 de febrero, con la que triplicó su capacidad productiva y sumó veinte nuevos trabajadores al equipo.

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El grupo Nodosa, propiedad de las familias Novas y Dopico, distribuye su actividad entre sus filiales industrial y naval. En el negocio naval, el centro logístico de Bueu realiza todas las tareas de prefabricación de los buques (corte de chapa, fabricación de los bloques, etc.), mientras que en Marín posee ahora una concesión marítimo terrestre de cerca de 40.000 metros cuadrados (entre terrenos y lámina de agua) y parte de una nave en el muelle de reparaciones del Puerto. El astillero siempre ha estado vinculado a la pesca, construyendo pesqueros y buques de apoyo para la acuicultura (bateeiros, etc.), aunque desde 2005 y hasta la actualidad, por la falta de subvenciones y ayudas a la renovación de las flotas, la factoría marinense se dedicó a otros barcos como los remolcadores y las ecodragas, segmento este último en el que ya es una referencia internacional. La filial naval ocupa a unos 90 empleados.