Los accionistas de Pescanova SA, tanto los que confiaron en los números de Manuel Fernández de Sousa como los que aprovecharon el preconcurso para comprar acciones baratas confiando en una pronta recuperación de la compañía, son propietarios del 20% de Nueva Pescanova SL. Esta empresa es una sociedad limitada que no cotizará -y por tanto, no se convertirá en una sociedad anónima- al menos hasta dentro de tres años, cuando los bancos del G7 puedan empezar a vender sus participaciones. Pero en tanto la matriz, Pescanova SA, sí puede volver a Bolsa, sus socios confiaban en que este hito pudiera producirse antes de terminar el ejercicio. Es más, desde el consejo de administración consideraban que solo era preciso elaborar una especie de folleto -se lo habían encomendado al bufete Clifford Chance- para reclamar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que levante la suspensión que, desde el 12 de marzo de 2013, mantiene los títulos de la empresa congeladas en 5,91 euros.
Pero la premura no ha servido de mucho porque el supervisor bursátil ha reclamado al consejo las cuentas auditadas de Pescanova SA (que cierra el ejercicio el próximo 30 de noviembre) como de Nueva Pescanova SL (que hace lo propio el 31 de diciembre). Como la segunda tiene de plazo hasta el 28 de febrero para entregarlas, fuentes próximas a la pesquera admiten que la cotización no será posible hasta bien entrado el primer trimestre de 2016. La CNMV quiere conocer todo lo relativo a la profunda transformación que ha afectado a la segunda multinacional gallega. Pescanova SA ya no es una empresa pesquera, sino que es una sociedad de cartera que posee el 20% de un holding empresarial. Nueva Pescanova SL, por su parte, es ese conglomerado que ha asumido todos los activos y pasivos de la matriz, y que organizará su estructura en tres bloques: Pescanova España (con las filiales ya fusionadas), las subsidiarias no absorbidas (Hasenosa, Insuiña y Novapesca Trading) y las compañías extranjeras del grupo.
